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De la granja de mejillones española al responsable político de la UE: datos de la economía azul

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De la granja de mejillones española al responsable político de la UE: datos de la economía azul
Derechos de autor  Euronews
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Por Denis Loctier
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¿Qué conecta al estudiante de acuicultura en las rías españolas con el responsable político de la UE en Bruselas? Una red paneuropea que supervisa en tiempo real las condiciones oceánicas, da forma a la política pesquera y fomenta la inversión sostenible en la economía azul de Europa.

En las rías gallegas del noroeste de España, innumerables balsas salpican la superficie del agua. Cada una de ellas es una plataforma para el cultivo de mejillones y otros moluscos. Para los estudiantes del IGAFA, una de las principales escuelas de acuicultura de España, estas plataformas funcionan como aulas al aire libre donde los futuros acuicultores aprenden su oficio.

La "economía azul" de Europa —el término que engloba todas las industrias marinas orientadas al crecimiento sostenible— da empleo a entre cuatro y cinco millones de personas en todo el continente. La acuicultura por sí sola proporciona decenas de miles de empleos en España, Francia, Grecia e Italia, creando demanda de especialistas que puedan trabajar en el mar, laboratorios, oficinas y plantas de procesamiento. El sector produce proteínas locales y sostenibles, lo que alivia la presión sobre las poblaciones de peces salvajes y reduce la dependencia europea de productos del mar importados.

Sin embargo, el crecimiento sigue siendo limitado. "Existen muchas incertidumbres", explica José Ventura, director de IGAFA. "No se sabe cómo va a fluctuar el mercado. Otra es la incertidumbre ambiental. Nos enfrentamos a un cambio climático constante que afecta a la producción local, en especial a operaciones como estas, que dependen directamente de las condiciones naturales del entorno".

Sensores bajo la superficie

Incluso las características básicas del agua, como la salinidad, pueden cambiar de forma impredecible. En las rías gallegas, donde el agua salada del océano se mezcla con el agua dulce de los ríos, las mareas y las lluvias hacen que los niveles de sal fluctúen drásticamente. A veces alcanzan niveles que amenazan la supervivencia de los moluscos.

Aquí es donde la tecnología puede ayudar. Las rías gallegas se supervisan continuamente mediante de una red de plataformas automáticas gestionadas por INTECMAR, el Instituto Tecnológico para el Control del Medio Marino de Galicia. Los sensores submarinos solo requieren una limpieza ocasional para eliminar las algas. Por lo demás, funcionan de manera autónoma, alimentados por energía solar y eólica, transmitiendo lecturas constantes de temperatura, salinidad, pH y niveles de oxígeno.

"Contar con esos datos en tiempo real facilita sin duda la gestión de los recursos", afirma Silvia Allen-Perkins, técnica de INTECMAR. "Cualquiera puede acceder cómodamente a ellos a través de nuestro sitio web y seguir su evolución".

El control automatizado representa solo una de las muchas fuentes de datos. Los investigadores también visitan instalaciones de acuicultura industrial para recoger muestras de agua y moluscos para su análisis en laboratorio. Este conocimiento detallado de las condiciones de las aguas costeras —físicas, químicas y biológicas— resulta esencial para que los productores optimicen sus operaciones y garanticen la seguridad alimentaria de los productos del mar.

De las aguas locales a las bases de datos europeas

La información no se limita a los institutos de investigación regionales. Fluye hacia vastas bases de datos internacionales. "Estos datos de esta pequeña región se unen al resto de los datos europeos", afirma Pedro Montero, jefe de la unidad de oceanografía de INTECMAR. "Juntos ofrecen una visión mucho más amplia del mundo marino".

En Vigo, la ciudad más grande de Galicia y un importante centro de la economía azul europea, CETMAR canaliza estos datos hacia la toma de decisiones regional y comunitaria. "Si queremos políticas justas para nuestros sectores de economía azul en Europa, necesitamos tener los mejores datos", explica Rosa Chapela, directora del instituto. Eso incluye información sobre la planificación del espacio marítimo, las actividades portuarias, la extracción de arena y las operaciones militares en zonas marítimas.

CCI: donde se encuentran la ciencia y la política

El recorrido de los datos continúa hacia el este hasta Ispra, una localidad italiana junto a un lago que alberga el Centro Común de Investigación de la Comisión Europea. Allí, Jann Martinsohn dirige la Unidad de Océanos y Aguas, que analiza información procedente de los sectores pesquero y acuícola de Europa, Eurostat, agencias de la UE, Estados miembros y numerosas fuentes más. Las conclusiones se publican anualmente en el Informe sobre la economía azul de la UE, un documento claro y fácil de usar que informa sobre políticas y guía miles de millones de inversiones.

"Un ejemplo destacado es, evidentemente, la política pesquera común", comenta Martinsohn. "La Comisión incluso tiene la obligación de tomar en cuenta la información que generamos". Los datos también se incorporan al Plan de acción "Contaminación Cero" y ayudan a dar forma a las oportunidades de inversión en toda la economía azul sostenible.

Toda esta investigación se hace accesible al público a través del Observatorio de la Economía Azul de la UE, un recurso en línea gratuito con gráficos, mapas y datos actuales. "Los interesados, ya sean responsables políticos o empresarios, pueden ver lo que está ocurriendo en los sectores de la economía azul", explica Martinsohn. Los paneles interactivos permiten a los usuarios analizar tendencias en el transporte marítimo, la pesca, la energía y la transición energética en curso.

Conectando a los ciudadanos con el mar

De vuelta en Vigo, la conexión de la economía azul con la vida cotidiana toma una forma visible y también transitable. El puerto, que antes era una barrera entre la ciudad y el mar, ahora cuenta con un "sendero azul", una pasarela de siete kilómetros que abre las zonas portuarias a ciudadanos y turistas. La historia industrial, la vida marina y el patrimonio cultural se muestran mediante paneles informativos y una aplicación móvil diseñada especialmente.

"Es esencial que los puertos asuman la responsabilidad de concienciar a los ciudadanos sobre la riqueza y la biodiversidad de la ría", afirma Gerardo González Alvarez, quien dirige el departamento de economía azul del puerto.

El camino termina en un futuro observatorio submarino, donde los visitantes podrán descender bajo la superficie, rodeados de arrecifes artificiales llenos de vida marina. El mensaje es claro: el crecimiento económico, los empleos y la innovación importan. Sin embargo, el océano sigue siendo un sistema vivo que sustenta la vida humana, y la actividad humana debe, a su vez, sostenerlo.

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