Euroviews. El coste de la vida: conclusiones de un nuevo debate sobre la situación europea

Un agricultor llena su tractor en una gasolinera en Tírnavos, Grecia, el domingo 13 de febrero de 2022
Un agricultor llena su tractor en una gasolinera en Tírnavos, Grecia, el domingo 13 de febrero de 2022 Derechos de autor Giannis Papanikos/AP
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Por Alice TideyShona Murray
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El aumento de la inflación ha estado encabezado por un espectacular incremento de los precios de la energía, que también ha afectado a otros bienes y servicios esenciales, incluidos los alimentos.

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En los últimos meses, las lecturas mensuales de la inflación en la eurozona han sido cada vez más elevadas, lo que se traduce inevitablemente en una mayor presión sobre las finanzas de los ciudadanos europeos.

El aumento de la inflación —que alcanzó el 8,6 por ciento en junio y ha llegado al 8,9 en julio— ha estado encabezado por un espectacular incremento de los precios de la energía, que también ha afectado a otros bienes y servicios esenciales, incluidos los alimentos.

Los Gobiernos han intentado aliviar la carga financiera de los hogares repartiendo cheques energéticos o congelando los precios de la electricidad, mientras que el Banco Central Europeo —cuya obligación es mantener la inflación en torno al 2 por ciento— ha subido sus tipos de interés por primera vez en 11 años.

Pero lo cierto es que lo peor puede estar por llegar, ya que Rusia ha recortado drásticamente el suministro de gas a la Unión Europea, lo que puede poner en peligro la capacidad del bloque de tener suficiente para pasar el invierno. Los Estados miembros se han comprometido a reducir su consumo de gas en los próximos meses. 

Pero, ¿cómo ha llegado Europa a este punto y cómo puede romper el ciclo inflacionista y proteger a sus ciudadanos? Estas son las preguntas que planteamos a nuestro grupo de expertos durante el debate celebrado el 28 de julio.

¿Qué nos ha llevado a esta situación?

Vicky Pryce, asesora económica jefe del Centro de Investigación Económica y Empresarial, asegura que la situación es el resultado de una "tormenta perfecta" que comenzó durante la pandemia del COVID-19, ya que los gobiernos inyectaron mucho en sus economías para apuntalarlas, mientras las empresas se veían perjudicadas por las interrupciones en la cadena de suministro como consecuencia del cierre de las fronteras y la escasez de mano de obra.

Pero una se relajaron las restricciones, opina Pryce, "toda esa demanda reprimida condujo a un repunte bastante sustancial de los precios que se produjo hasta 2021". Pryce recuerda también que justo cuando los precios empezaban a estabilizarse con las limitaciones de la cadena de suministro, la guerra de Rusia en Ucrania lanzó a la economía mundial a otro bucle.

"Esto ha alterado por completo las previsiones de inflación de los bancos centrales, porque, por supuesto, los precios del gas, del petróleo y de los alimentos han subido de forma muy significativa, en algunos casos hasta por cinco".

Algunos países de la eurozona no han aplicado las medidas de austeridad necesarias que deberían haberse puesto en marcha tras la crisis del euro
Michiel Hoogeveen
Eurodiputado de Conservadores y Reformistas Europeos por Países Bajos

¿Puede el BCE combatir esta presión inflacionista?

El Banco Central Europeo respondió al aumento de la inflación subiendo sus tipos de interés —algo que no había hecho en más de una década— en un intento de aumentar los costes de los préstamos y sacar algo de dinero del sistema.

"Aquello fue una buena señal", asegura el diputado del Grupo de Conservadores y Reformistas Europeos por Países Bajos, Michiel Hoogeveen. "Sin embargo, ya era un poco tarde, por desgracia".

"Si miramos a los países de la eurozona, a ciertos Estados miembros, vemos que todavía no han reformado sus economías", añade Hoogeveen. "Todavía no han aplicado las medidas de austeridad necesarias que deberían haberse puesto en marcha tras la crisis del euro. Así que vemos cómo hay países de la eurozona cargados de deuda pública, y toca compensar con nuevos tipos de instrumentos."

Pryce, que fue jefa conjunta del Servicio de Economía del Gobierno británico, también cree que el BCE está "en una posición muy, muy difícil" ahora mismo. "Al subir los tipos podría provocar una grave desaceleración del crecimiento, lo que tendría consecuencias quizá peores para todos", recuerda la contertulia.

¿Qué deben hacer los Gobiernos?

La actual guerra de Rusia en Ucrania ha puesto de manifiesto lo dependiente que ha sido Europa del Kremlin para sus necesidades energéticas, así como lo vulnerable que es a las fluctuaciones de precios.

Por tanto, es necesario hacer que la economía sea más sostenible, y eso empieza con más energía verde.

"Ha sido una oportunidad perdida que en los dos últimos años no se haya optado por invertir en una transición hacia un futuro energéticamente sostenible", dice Colm Markey, diputado irlandés del Partido Popular Europeo. "Porque creo que la energía es el punto de pinzamiento. La energía es el punto de pinzamiento cuando se trata de la alimentación o del transporte".

"La mayor oportunidad aquí es que la inversión tiene que ser de una manera que nos ayude con nuestra transición **a un escenario de energía más sostenible,**donde estemos aumentando las energías renovables en particular", matiza Markey. "Y veo que hay un enorme potencial en términos de energía eólica marina y varias cosas por el estilo, campos de los que podríamos sacar un gran provecho frente al escenario en el que nos encontramos", argumenta el eurodiputado.

La directora general de la Organización Europea de Consumidores, Monique Goyens, también pide que se invierta en viviendas energéticamente eficientes y en energías renovables, para ella "una medida social", ya que puede en verdad ayudar a la gente a salir de la pobreza energética.

"Si se les ayuda apoyando la readaptación o renovación de las viviendas para que tengan una factura energética más baja, se les saca de la pobreza", defiende Goyens. "Y eso significa también que no tienen que elegir entre la comida y la energía".

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"En un futuro inmediato, sin embargo, las autoridades nacionales deberían centrarse en ayudar a los más vulnerables", añade la experta, "y llevar a cabo una política desigual, es decir, una discriminación positiva a favor de los hogares menos pudientes".

Goyens recuerda que esto requeriría que los gobiernos dirigieran la ayuda financiera a los hogares menos pudientes durante más tiempo, en lugar de dar también limosnas a otros hogares que, a corto plazo, sí pueden soportar el golpe financiero.

¿Cómo pueden los consumidores reducir sus facturas?

Por suerte, subraya Goyens, "también hay un enorme potencial sin explotar de ahorro de costes para la gente. Cuando se observa la energía, la forma en que la gente la gasta, hay muchas cosas que pueden hacerse inmediatamente sin ningún coste".

Entre algunos ejemplos, enumera nuestra entrevistada, estarían la descongelación de frigoríficos y congeladores y el apagado total de los aparatos, en lugar de mantenerlos en modo de espera.

Kevin Mountford, cofundador de Raisin UK, un mercado que conecta con las mejores tasas de ahorro a consumidores e instituciones con bancos, apunta por su parte cómo los comportamientos que la gente desarrolló durante los confinamientos en tiempos de pandemia —debido a la incertidumbre sobre cómo se vería afectado el mercado laboral y la economía en general— deberían volver a la palestra.

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Mountford añade que el hogar medio del Reino Unido ahorró 100 libras esterlinas —unos 119 euros— a la semana durante los distintos cierres, debido a los cambios de comportamiento.

"Creo que es necesario volver a aplicar este tipo de disciplina", sostiene el británico. "Podemos ser más eficientes, podemos ser más inteligentes. Ahora miro alrededor de mi casa y apago las luces como nunca antes lo había hecho. Tenemos contadores inteligentes", subraya. "Creo que nunca había mirado esas cosas antes, pero ahora miro los niveles de uso. Vigilo mi combustible", concluye Mountford. "Y creo que todos podemos mejorar nuestra forma de actuar".

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