Donald Trump y Viktor Orbán abordaron las importaciones de petróleo ruso en una llamada telefónica. La presión de EE.UU. y la UE aumenta sobre Hungría, cuyo modelo económico depende de la energía barata de Moscú.
El presidente estadounidense, Donald Trump, y el primer ministro húngaro, Viktor Orbán, hablaron ayer por la tarde sobre las importaciones de petróleo ruso de Hungría, según confirmó el ministro de Exteriores húngaro, Péter Szijjártó.
"Trataron varios asuntos, entre ellos el estado de la guerra, la posibilidad de la paz, la situación de la economía mundial, las consecuencias de los aranceles y, por supuesto, la cuestión del suministro energético de Europa Central", declaró Szijjártó a los periodistas tras reunirse con su homólogo ruso, Serguéi Lavrov.
Trump había exigido anteriormente que todos los aliados de la OTAN suspendieran las importaciones de petróleo ruso para asfixiar la economía de guerra de Moscú, y aseguró estar dispuesto a hablar con Orbán sobre el asunto.
"Es amigo mío. No he hablado con él, pero tengo la sensación de que, si lo hiciera, quizá se detendría. Y creo que lo haré", dijo Trump a comienzos de esta semana. El ministro de la Oficina del Primer Ministro, Gergely Gulyás, comentó el contenido de la llamada durante una rueda de prensa en Budapest el jueves.
"Hizo saber al presidente estadounidense las circunstancias específicas de Hungría que justifican una decisión racional en interés del país y que son necesarias para mantener bajos los costos de los servicios. El presidente comprendió estos aspectos", explicó Gulyás.
El ministro añadió que Hungría tiene pocas opciones para diversificar sus suministros de petróleo, ya que la capacidad del oleoducto Adriático, que entra en el país desde Croacia, es limitada.
Crece la presión sobre Hungría para que renuncie al petróleo ruso
Viktor Orbán es uno de los principales aliados políticos de Donald Trump en Europa, ya que ambos comparten posturas en materia migratoria y políticas de corte derechista. Sin embargo, el nuevo intento de Trump por presionar a Putin para poner fin a la guerra podría golpear el modelo económico húngaro, que depende de las importaciones baratas de combustibles fósiles rusos.
Además de Estados Unidos, la Unión Europea también está intensificando sus esfuerzos para poner fin a la dependencia energética de Rusia. La Comisión Europea ya había presentado una hoja de ruta ambiciosa para eliminar todas las compras de combustibles fósiles rusos a más tardar en 2027. Sin embargo, bajo la presión de Trump, Bruselas ha dado un paso más rápido con un nuevo paquete de sanciones que, si se aprueba, adelantará un año el fin del gas natural licuado ruso, al 1 de enero de 2027.
El miércoles, el Ejecutivo de la UE también anunció que podría imponer aranceles a los combustibles fósiles rusos. Según el experto húngaro en energía Attila Holoda, Hungría dispone de la capacidad y de rutas alternativas suficientes para sustituir el petróleo ruso Urales, pero ello pondría en riesgo los beneficios de la petrolera nacional MOL.
"MOL alega dificultades técnicas porque no quiere renunciar a estos beneficios", aseguró Holoda.