La última oración del Pontífice, compartida en internet a principios de este mes, instaba a que las nuevas tecnologías no sustituyeran a las relaciones humanas.
El Papa Francisco, fallecido el lunes a los 88 años, era visto como un progresista que hablaba abiertamente de tecnología y, más recientemente, de inteligencia artificial (IA), algo de lo que incluso llegó a ser víctima. En 2023, el Pontífice fue visto caminando por la Plaza de San Pedro del Vaticano con una elegante chaqueta blanca Moncler y un largo collar con un crucifijo enjoyado. Sin embargo, se trataba de una imagen generada por inteligencia artificial que parecía muy realista y convenció a los espectadores de que se trataba de su nuevo estilo.
Desde su fallecimiento, se ha producido una oleada de memes en internet sobre el nombramiento de su sustituto. Aunque el Papa dio la bienvenida a las redes sociales para compartir su mensaje, también instó a que la tecnología "una, no divida". En una de las oraciones del Pontífice en abril, la última antes de su fallecimiento, su mensaje se centró en la tecnología e instó a utilizarla para el bien. Dijo que le encantaría que los seres humanos "miráramos menos a las pantallas y nos miráramos más a los ojos".
También dijo en el vídeo, que fue compartido online en el canal oficial del Papa en YouTube, que "algo va mal si pasamos más tiempo con el móvil que con la gente". "Recemos para que el uso de las nuevas tecnologías no sustituya las relaciones humanas, respete la dignidad de la persona y nos ayude a afrontar las crisis de nuestro tiempo", añadió.
El "riesgo existencial" y el "inmenso potencial" de la IA
El Papa Francisco había hecho varias advertencias sobre los riesgos de la IA, y el Vaticano publicó en enero una doctrina oficial de directrices éticas para la IA que amplía lo que había dicho anteriormente. Llamada 'Antiqua et Nova', el mensaje subyacente de la "nota sobre la relación entre la inteligencia artificial y la inteligencia humana" es que la IA debe utilizarse como una herramienta que complemente, y no sustituya, a la inteligencia humana.
Citando al Papa Francisco, el documento dice: "el uso mismo de la palabra inteligencia en relación con la IA puede inducir a error... a la luz de esto, la IA no debe ser vista como una forma artificial de la inteligencia humana, sino como un producto de ella". El documento también afirma que las armas autónomas y letales capaces de "identificar y atacar objetivos sin intervención humana directa son motivo de grave preocupación ética".
El Papa Francisco había pedido que se prohibiera este uso de la IA, ya que supone "un riesgo existencial al tener el potencial de actuar de formas que podrían amenazar la supervivencia de regiones enteras o incluso de la propia humanidad". El documento se compartió a mediados de enero, tras el lanzamiento de la empresa china de IA DeepSeek, que lanzó un modelo que alcanzaba a los líderes estadounidenses en IA por una fracción del coste.
En cuanto a las noticias falsas o 'deepfakes' generadas por IA, el documento advertía de que crear o difundir tales falsedades puede causar mucho daño. La gente debería "evitar compartir palabras e imágenes que degraden a los seres humanos, que promuevan el odio y la intolerancia, que degraden la bondad y la intimidad de la sexualidad humana o que exploten a los débiles y vulnerables", dice el documento. Sin embargo, el documento vaticano no es del todo pesimista y ve la promesa de la IA en campos como la educación y la salud.
Según la doctrina, la IA tiene un "inmenso potencial" en muchas aplicaciones en el campo de la medicina, pero afirma que la IA no debería sustituir la relación médico-paciente, ya que correría el riesgo de "empeorar la soledad que a menudo acompaña a la enfermedad".
Si no se utiliza por las razones adecuadas, la IA también podría reforzar un modelo de "medicina para ricos" si no está al alcance de todos. El documento, de 117 párrafos, también habla del impacto medioambiental de la tecnología, de la vigilancia, así como de otros temas.
También se habla de fe y de IA en el documento, que advierte: "A medida que la sociedad se aleja de la conexión con lo trascendente, algunos se ven tentados a recurrir a la IA en busca de sentido y plenitud, anhelos que sólo pueden satisfacerse verdaderamente en comunión con Dios". "La presunción de sustituir a Dios por un artefacto de fabricación humana es idolatría, una práctica contra la que advierte explícitamente la Escritura", prosigue el documento.