Está surgiendo una nueva generación de centros de datos, diseñados no sólo para responder a las exigencias de la IA, sino también para hacerlo de forma sostenible. Y uno de los experimentos más audaces se está desarrollando en un lugar inesperado: Uzbekistán.
En el Foro Internacional de Inversiones 2025 de Tashkent (TIFF 2025), la tecnología verde y la infraestructura preparada para la inteligencia artificial dominaron la conversación, y pocos proyectos generaron tanta expectación como el impulso de Data Volt para construir los primeros centros de datos de alta densidad totalmente sostenibles de la región.
"Estamos incorporando la última tecnología, sobre todo en refrigeración", afirma Rajit Nanda, CEO de Data Volt, al explicar cómo la empresa está replanteando los fundamentos de la infraestructura digital. "Estas instalaciones no se construyen solo para hoy, sino también para el futuro de la inteligencia artificial".
El modelo de Data Volt es aparentemente sencillo: utilizar energía solar durante el día, energía eólica por la noche y almacenar el resto en potentes sistemas de baterías que mantienen las operaciones en marcha las 24 horas del día. Lo que lo hace revolucionario es la escala y el contexto.
En un mundo en el que los centros de datos ya representan alrededor del 3% de las emisiones globales y la IA podría triplicar la demanda energética, este modelo es una respuesta directa a una crisis creciente.
"Si no empezamos a construir centros de datos sostenibles ahora, la huella de carbono de la industria podría rivalizar con la de la aviación dentro de una década", advirtió Nanda.
Data Volt no está esperando. Ya ha puesto en marcha un proyecto piloto por valor de 185 millones de euros en el Parque Tecnológico de Tashkent. Tiene en proyecto instalaciones de mayor envergadura, como un nuevo emplazamiento en la antigua ciudad de Bujará, al que se espera destinar 2.800 millones de euros, y un tercer proyecto en Nueva Tashkent, una futurista ciudad inteligente que se está construyendo desde cero.
En total, la empresa tiene previsto invertir más de 4.600 millones de euros en Uzbekistán en los próximos cinco años. Lo que distingue a Data Volt no son solo sus credenciales ecológicas, sino la forma en que la empresa se está preparando para la próxima oleada de IA.
Los centros de datos tradicionales de la región funcionan a unos 10 kilovatios por rack. Los diseños actuales de Data Volt superan los 100 kilovatios, y los próximos proyectos pretenden alcanzar densidades de 1.000 kilovatios por rack, capaces de soportar las cargas de trabajo de IA más pesadas.
Este nivel de rendimiento requiere algo más que potencia. También exige una sofisticada refrigeración, tanto por aire como por líquido, para mantener los servidores de alta densidad funcionando de forma eficiente y sostenible.
"El mundo se está quedando sin potencia informática", afirma Nanda. "A medida que la IA se convierte en parte de la vida cotidiana, queremos asegurarnos de que la gente no experimente buffering o lag como en los primeros días de Internet".
La transformación digital de Uzbekistán sigue sorprendiendo a muchos inversores. Con un plan de acción lleno de reformas, una población joven y experta en tecnología y una apertura cada vez mayor a la inversión extranjera, el país se está convirtiendo rápidamente en un banco de pruebas para la innovación.
"Uzbekistán se está transformando", admite Nanda. "La reserva de talento local, especialmente en energía y digital, lo convierte en un candidato natural para liderar la revolución digital de la región".
Y aunque los proyectos están arraigados en Asia Central, la visión es global. La infraestructura de Data Volt se está diseñando para satisfacer la creciente demanda mundial de inteligencia artificial en tiempo real, ordenadores ecológicos y soluciones tecnológicas escalables y sostenibles.
El futuro digital está llegando más rápido de lo esperado. El reto es construir la infraestructura que lo respalde sin quebrar el planeta. En el TIIF 2025, una cosa quedó clara: ese trabajo ya ha comenzado.