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¿Cómo funciona el monedero de identidad digital de la UE?

La excomisaria europea de Competencia, Margrethe Vestager, habla durante una rueda de prensa en la sede de la UE en Bruselas, el jueves 3 de junio, para presentar el proyecto
La excomisaria europea de Competencia, Margrethe Vestager, habla durante una rueda de prensa en la sede de la UE en Bruselas, el jueves 3 de junio, para presentar el proyecto Derechos de autor  Stephanie Lecocq / AP
Derechos de autor Stephanie Lecocq / AP
Por Viktoras Kamarevcevas, EU Tech Loop & Euronews
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Cuando la Unión Europea lanzó el monedero europeo de identidad digital (EUDI), prometió un documento de identidad único y seguro para un uso transfronterizo sin fisuras. ¿Se ha conseguido?

Cuando los responsables políticos europeos dieron a conocer la Cartera Europea de Identidad Digital (EUDI Wallet) en el marco del eIDAS 2.0, prometieron una transformación revolucionaria: una identidad digital única y segura para un uso transfronterizo sin fisuras. Esta ambiciosa iniciativa pretendía ser la solución definitiva al fragmentado panorama de la identidad digital en Europa. Sin embargo, una mirada más profunda tras su lanzamiento nos revela una realidad más matizada.

Los teóricos del diseño Horst Rittel y Melvin Webber introdujeron el concepto de los problemas complejos en 1973 para describir una categoría de retos que desafían los planteamientos convencionales de resolución de problemas. A diferencia de los problemas dóciles de las matemáticas o la ingeniería, que tienen parámetros claros y soluciones definitivas, los problemas perversos se caracterizan por una complejidad fundamental que se resiste a ser resuelta.

Los problemas complejos poseen diez características que los hacen especialmente intratables. Carecen de una formulación definitiva porque la comprensión del problema depende de la comprensión de las posibles soluciones; no hay una señal clara que indique cuándo se ha resuelto el problema. Las soluciones no son verdaderas o falsas, sino mejores o peores, y las partes interesadas discreparán sobre lo que constituye una mejora.

Además, las partes interesadas tienen valores e intereses contrapuestos, lo que dificulta el consenso. Por último, los problemas perversos son esencialmente únicos y cada uno requiere respuestas específicas en función del contexto.

La identidad digital es, efectivamente, un problema complejo

La iniciativa EUDI Wallet no reúne todas las características de estos teoremas, pero representa bien una situación en la que se espera una única solución milagrosa para múltiples problemas. El reto no es meramente técnico: crear sistemas criptográficos seguros o protocolos normalizados. Está profundamente interrelacionado con dimensiones sociales, jurídicas, de gobernanza... que abarcan diversas jurisdicciones, estructuras institucionales y contextos culturales en toda Europa.

Cada uno de los 27 Estados miembros de la UE ha desarrollado su propio enfoque de la identidad digital, lo que ha dado lugar a un panorama fragmentado con normas técnicas, marcos jurídicos y niveles de madurez digital divergentes. Algunos países cuentan con sistemas bien establecidos, respaldados por el gobierno y con un alto grado de adopción, mientras que otros aún están desarrollando una infraestructura básica.

Lograr una verdadera interoperabilidad exige conciliar diferentes protocolos, métodos de cifrado, flujos de autenticación y formatos de datos. El Marco de Arquitectura y Referencia de la Comisión Europea proporciona especificaciones técnicas, pero su traducción a la realidad funcional en diversos contextos nacionales sigue siendo un reto permanente.

El panorama de las partes interesadas añade otra capa de complejidad. En el ecosistema EUDI Wallet participan ciudadanos, gobiernos nacionales, instituciones de la UE, reguladores de la privacidad, proveedores de servicios fiduciarios, bancos... Cada grupo tiene prioridades y definiciones del éxito diferentes, a menudo contrapuestas. Los defensores de la privacidad hacen hincapié en la minimización de los datos y el control del usuario.

Los gobiernos se centran en la seguridad y la prevención del fraude; las empresas dan prioridad a la comodidad y a una experiencia de usuario sin fisuras. Equilibrar estos intereses exige una negociación continua y no una solución técnica puntual.

La gobernanza presenta otra dimensión perversa. Aunque la UE proporciona el marco normativo a través del eIDAS 2.0, la responsabilidad de su aplicación recae en los Estados miembros, que deben crear monederos nacionales, establecer marcos de supervisión y garantizar la armonización tanto con los actos de aplicación de la UE como con las normativas nacionales. Esta estructura de gobernanza multinivel plantea retos de coordinación típicos de los problemas complejos.

El ejemplo de los títulos universitarios: un ejemplo de multidimensionalidad

El reto del reconocimiento transfronterizo de títulos universitarios ilustra claramente por qué la infraestructura técnica no puede resolver por sí sola los problemas complejos.

Pensemos en una universidad portuguesa que expide un diploma digital que un estudiante desea utilizar para solicitar un máster en Alemania o un empleo en Suecia. El monedero EUDI Wallet puede almacenar el diploma como una credencial digital verificable, firmada criptográficamente por la universidad emisora y presentada cuando se solicite. Esto resuelve el problema técnico de la portabilidad de las credenciales y la verificación de su autenticidad. Pero no aborda las cuestiones fundamentales del reconocimiento.

¿Está acreditada la universidad portuguesa emisora y, en caso afirmativo, por qué organismo? ¿Reconoce Alemania esa autoridad de acreditación? ¿Cumple el plan de estudios del título las normas educativas exigidas en Alemania para la titulación equivalente? ¿Quién lo determina y con qué criterios? Si hay lagunas en el plan de estudios, ¿qué requisitos adicionales podrían imponerse? ¿Cuánto dura el proceso de reconocimiento y qué recursos existen en caso de denegación?

Estas preguntas revelan múltiples niveles de complejidad interconectados que trascienden las soluciones técnicas. El estrato jurídico incluye normativas nacionales divergentes sobre educación superior, requisitos de titulación y cualificaciones profesionales. El nivel institucional engloba diversos sistemas de acreditación, marcos de garantía de calidad y procedimientos de reconocimiento en los distintos Estados miembros.

La capa política incluye la soberanía nacional sobre la política educativa, la resistencia a la armonización y las prioridades contrapuestas entre los Estados miembros. La UE se ha comprometido a lograr el reconocimiento mutuo automático de las cualificaciones para 2025 mediante la Recomendación del Consejo de 2018. Sin embargo, su aplicación sigue siendo fragmentaria e incoherente.

Según un informe de evaluación publicado en febrero de 2023, las partes interesadas siguen sin tener claro el significado de "reconocimiento automático", persiste la confusión conceptual y existen importantes divergencias en las prácticas de reconocimiento, tanto entre los países como dentro de ellos.

Un reglamento común sobre diplomas sería esencial para abordar realmente este reto. Pero la creación de un reglamento de este tipo se enfrenta a una feroz resistencia arraigada en las tradiciones educativas nacionales, la autonomía institucional y las diferencias legítimas en los enfoques pedagógicos. Requiere una negociación sostenida entre partes interesadas con intereses y valores fundamentalmente diferentes, un proceso sin un punto final claro.

El ejemplo de los diplomas demuestra una idea crucial: el EUDI Wallet proporciona un mecanismo técnico para la certificación de credenciales, pero no puede sustituir la labor política, jurídica e institucional de establecer una confianza mutua y unas normas comunes. El problema no reside en el formato digital de la credencial, sino en las dimensiones sociales, políticas y de gobernanza del reconocimiento.

Por qué son importantes los puntos de partida: enfoques iterativos y adaptativos

Reconocer que la Cartera EUDI aborda un problema complejo cambia radicalmente la forma de evaluar su éxito.Los problemas complejos no pueden resolverse en un sentido final; sólo pueden mejorarse mediante planteamientos que reconozcan la complejidad y la incertidumbre.

Los profesionales deben optar por acciones contextualizadas e incrementales para influir en patrones intratables a lo largo del tiempo. El enfoque adaptativo, participativo y transdisciplinar (APT) hace hincapié en el aprendizaje, la exploración y la experimentación continuos en lugar de buscar soluciones definitivas.

La iniciativa reconoce que el despliegue técnico es insuficiente si no se abordan los problemas de adopción. Se anima a los gobiernos a que lleven a cabo campañas de concienciación pública, fomenten la alfabetización digital, garanticen la preparación de los servicios y comuniquen los beneficios a los ciudadanos. Estas estrategias reflejan la comprensión de que los problemas complejos tienen dimensiones sociales y culturales que la tecnología por sí sola no puede abordar.

Más allá del pesimismo: un optimismo prudente basado en la realidad

Lo verdaderamente pesimista sería creer que no es posible avanzar. Los problemas pueden abordarse de forma productiva a través de enfoques específicos: reconociendo la complejidad en lugar de buscar una falsa simplicidad, adoptando la adaptación iterativa en lugar de buscar soluciones definitivas, fomentando la colaboración entre las diversas partes interesadas en lugar de imponer mandatos jerárquicos...

También es importante dar prioridad al aprendizaje y al perfeccionamiento continuo en lugar de declarar la victoria prematuramente, y reconociendo el progreso provisional mientras se prepara para los nuevos desafíos. El realismo optimista del marco de los problemas perversos radica en aceptar la dificultad. Significa comprender que el compromiso con el Monedero EUDI no consiste en alcanzar un destino final, sino en iniciar un largo viaje de mejora, adaptación y aprendizaje continuos.

El compromiso continuo con la iniciativa EUDI Wallet, a pesar de ser conscientes de sus retos, refleja este optimismo prudente. Incluso las mejoras parciales en la identidad digital transfronteriza generan importantes beneficios para los ciudadanos, las empresas y los servicios públicos. La creación de una infraestructura básica es esencial para poder abordar los niveles de complejidad subsiguientes.

La perspectiva de los problemas complejos sugiere una medición realista del éxito. En lugar de medir la resolución completa, es decir, si se han resuelto todos los retos, el éxito debe evaluarse a través de múltiples dimensiones.

¿Los ciudadanos utilizan más fácilmente la identidad digital? ¿Son más cómodas y seguras las transacciones transfronterizas? ¿Mejora la protección de la privacidad? ¿Resulta la infraestructura interoperable y adaptable? ¿Se está generando confianza entre las partes interesadas? Estas mejoras graduales constituyen un auténtico avance, aunque no lleguen a la transformación total.

El camino a seguir: aceptar la complejidad

EUDI Wallet representa el intento más ambicioso de la UE de crear una infraestructura de identidad digital unificada. Considerarlo como la fase inicial de la respuesta a retos profundamente entrelazados permite una planificación más estratégica, expectativas realistas y estrategias de aplicación eficaces.

Su éxito requerirá un compromiso sostenido con el perfeccionamiento iterativo, la participación continua de las partes interesadas, una gobernanza adaptable y un paciente desarrollo de capacidades, en lugar de esperar una transformación total inmediata.

Cuando nos enfrentamos a problemas complejos, los seres humanos gravitamos naturalmente hacia soluciones sencillas y soluciones milagrosas. El atractivo de las soluciones tecnológicas (construye la cartera y los problemas se resolverán solos) es poderoso. Pero los problemas complejos se resisten a esa simplificación. Exigen enfoques que acepten la complejidad, reconozcan la incertidumbre, impliquen a diversas partes interesadas, repitan sobre la base de la experiencia y mantengan un compromiso a largo plazo con el progreso gradual.

La Cartera EUDI no está destinada al fracaso en términos pesimistas, ni tiene garantizado el éxito en términos optimistas. Es un punto de partida crucial, una infraestructura técnica y de gobernanza esencial que hace posible el progreso posterior. Que acabe transformando la identidad digital europea dependerá del trabajo que siga a esta fase inicial. Este trabajo debe basarse en una comprensión realista de la complejidad de la cuestión y no en ilusiones sobre soluciones sencillas.

A medida que Europa se embarca en este viaje de la identidad digital, será esencial mantener esta perspectiva equilibrada, reconociendo los retos pero también las auténticas oportunidades, para navegar por el complejo terreno que tenemos por delante. La cartera EUDI no marca el destino, sino el comienzo de un proceso largo e iterativo para abordar la complejidad de una identidad digital fiable, interoperable y centrada en el usuario en diversos contextos europeos.

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