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Esta española vivió hasta los 117 años y los científicos podrían haber descubierto por qué

María Branyas, con 117 años de edad
María Branyas, con 117 años de edad Derechos de autor  AP
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Por Gabriela Galvin
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Los investigadores señalaron que la longevidad del supercentenario demuestra cómo la vejez y la enfermedad pueden 'desvincularse' en ocasiones.

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Maria Branyas era la persona más longeva del mundo cuando falleció a los 117 años en España el año pasado, pero un estudio de su genoma sugiere que su edad biológica podría haber sido mucho más joven.

Los expertos en salud y el público en general siempre han estado fascinados por los supercentenarios, aquellos que viven al menos hasta los 110 años, y lo que su longevidad revela sobre las claves para un envejecimiento saludable. Antes de morir en agosto de 2024, Branyas accedió a ayudar a un grupo de científicos españoles a investigar.

Cuando tenía 116 años, ellos recolectaron muestras de su sangre, saliva, orina y heces para analizar su genética y microbioma y comparar los resultados con grupos más grandes de personas de edad similar.

Branyas tenía biomarcadores de una edad muy avanzada, incluidos telómeros acortados, que indican envejecimiento celular, así como un tipo de célula B que se acumula con la edad y hematopoyesis clonal, otra condición relacionada con el envejecimiento.

Sin embargo, también tenía niveles bajos de inflamación, una salud intestinal rejuvenecida y un epigenoma juvenil, es decir, cambios en la expresión de los genes sin afectar el ADN real.

Branyas, a quien los investigadores llamaron ''un individuo excepcional'', también tenía variaciones inusuales en su código genético que parecían proteger contra problemas de salud comunes, como enfermedades cardíacas, diabetes y neurodegeneración, que está relacionada con el Alzheimer y el Parkinson.

Los hallazgos ofrecen 'una nueva perspectiva sobre la biología del envejecimiento humano, sugiriendo biomarcadores para un envejecimiento saludable y estrategias potenciales para aumentar la esperanza de vida', según los investigadores, quienes publicaron sus resultados en la revista Cell Reports Medicine.

Aunque la genética de Branyas parece haber jugado un papel importante en su longevidad, los investigadores también intentaron identificar cuáles de sus hábitos de vida pudieron haber ayudado.

La supercentenaria comía unos tres yogures al día, lo que, según ellos, podría haber contribuido a su salud intestinal y peso corporal. Se mantenía fiel a una dieta mediterránea, tenía buenos hábitos de sueño, se mantenía físicamente activa y gozaba de buena salud mental en general.

Branyas también tenía una vida social activa y practicaba hobbies con regularidad, como leer, tocar el piano y cuidar su jardín, en otras palabras, una vida equilibrada. "Todos estos hallazgos ilustran cómo el envejecimiento y las enfermedades pueden, en ciertas condiciones, desacoplarse", dijeron los investigadores, "desafiando la percepción común de que están inextricablemente vinculados".

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