El mega cohete, lanzado desde Starbase en Texas, desplegó ocho satélites ficticios en órbita antes de comenzar su descenso. Después de flotar durante más de una hora, Starship reentró en la atmósfera terrestre e inclinó su trayectoria, con cámaras capturando una bola de fuego al impactar en la superficie del océano.
A pesar del espectacular final, SpaceX consideró la misión un éxito, marcando su décima prueba de vuelo y la primera en demostrar el despliegue de carga útil. La empresa y la NASA planean usar Starship para futuras misiones lunares y a Marte.