Al menos ocho personas han muerto y más de 1,4 millones se han visto desplazadas tras el paso del tifón Fung-wong, que arrasó el noroeste de Filipinas antes de dirigirse a Taiwán.
La tormenta provocó inundaciones, deslizamientos de tierra y cortes de electricidad en varias provincias, lo que obligó a evacuaciones masivas y la cancelación de vuelos.
Fung-wong tocó tierra en la provincia de Aurora a última hora del domingo con vientos de hasta 185 km/h y se fue debilitando al cruzar el norte de Luzón.
Más de 300.000 personas siguen en centros de evacuación mientras las autoridades despejan carreteras bloqueadas y restablecen el suministro eléctrico.
La catástrofe llega una semana después de que el tifón Kalmaegi dejara más de 220 muertos, lo que subraya la creciente vulnerabilidad de Filipinas ante los fenómenos meteorológicos extremos.