Hungría depende en gran medida de los combustibles fósiles rusos y ha solicitado exenciones y prometido vetar las sanciones de la UE desde la invasión a gran escala de Ucrania por Moscú a principios de 2022.
Hungría impugnará el plan de la Unión Europea para poner fin a las importaciones rusas de energía y llevará el caso ante un tribunal de la UE, declaró el viernes el primer ministro, Viktor Orbán. En declaraciones a la radio estatal, Orbán acusó al bloque de tratar de eludir su poder de veto sobre las sanciones a la energía rusa utilizando en su lugar las normas comerciales en su plan para eliminar progresivamente todas las importaciones de petróleo y gas rusos para finales de 2027.
"Vamos a recurrir al Tribunal de Justicia de las Comunidades Europeas", dijo Orbán el viernes. "Se trata de una violación flagrante de la legislación europea, del Estado de Derecho y de la cooperación europea... Pagarán un precio muy alto por ello".
Hungría, país sin litoral, sigue dependiendo en gran medida de los combustibles fósiles rusos y ha solicitado exenciones y amenazado con vetar las sanciones de la UE desde la invasión a gran escala de Ucrania por parte de Moscú en 2022. Durante una visita a Washington la semana pasada, Orbán consiguió una exención de las sanciones estadounidenses a dos empresas energéticas rusas tras una reunión en la Casa Blanca con el presidente estadounidense, Donald Trump.
Durante una rueda de prensa con los medios húngaros tras sus conversaciones con Trump, Orbán dijo que a Hungría "se le ha concedido una exención completa de las sanciones" sobre el gas ruso suministrado a través del gasoducto TurkStream y el petróleo del oleoducto Druzhba. "Pedimos al presidente que levantara las sanciones", dijo Orbán. "Estuvimos de acuerdo y el presidente decidió, y dijo que las sanciones no se aplicarán a estos dos gasoductos".
Hungría acordó comprar gas natural licuado (GNL) estadounidense como parte de las conversaciones, según informó el Departamento de Estado de EE.UU., que señaló que se esperaba que los contratos ascendieran a unos 600 millones de dólares (518,6 millones de euros). El Secretario de Estado estadounidense, Marco Rubio, dijo que la exención, que garantiza que el petróleo y el gas rusos seguirán fluyendo a Hungría, durará un año. El viernes, Orbán atribuyó la concesión de la exención a su estrecha relación personal con Trump y dijo que se mantendrá mientras él y el presidente sigan en el cargo.
Orbán ha calificado de "vital" para su país seguir teniendo acceso a la energía rusa y ha advertido de que cortarlo provocaría un colapso económico, aunque algunos críticos rebaten esa afirmación. El líder húngaro dijo el viernes que estaba "explorando también otros medios de naturaleza no legal" para evitar caer bajo la retirada progresiva de la energía rusa prevista por la UE, pero declinó decir cuáles eran.
Eliminación progresiva de la energía rusa
A principios de mayo, la UE fijó 2027 como fecha límite para que los 27 Estados miembros eliminaran progresivamente todas las compras de energía rusa, incluido el gas natural licuado (GNL). La retirada se hará gradualmente, empezando por prohibir los contratos nuevos y a corto plazo a finales de 2025. En la segunda fase, los contratos a largo plazo, que representan dos tercios del gas ruso, se rescindirán a finales de 2027.
También se introducirán nuevas restricciones para acabar con la flota clandestina que transporta petróleo ruso de forma encubierta y detener las importaciones de uranio y otros materiales nucleares rusos. Se pedirá a cada Estado miembro que elabore un plan nacional en el que detalle cómo pretende eliminar el gas, la energía nuclear y el petróleo rusos de su combinación energética.
Se calcula que en 2024 la UE gastó 23.000 millones de euros en combustibles fósiles rusos, cifra superior al apoyo militar prestado a Ucrania. Este desequilibrio ha sido durante mucho tiempo fuente de fricciones entre los Estados miembros, que, a pesar de las constantes súplicas de Kiev, nunca han conseguido llegar a un consenso y eliminar por completo la energía rusa.
A principios de año, 10 países de la UE -Dinamarca, Estonia, Finlandia, Irlanda, Letonia, Lituania, Polonia, República Checa, Rumanía y Suecia- firmaron una carta conjunta exigiendo la prohibición total del gas ruso, incluidas las importaciones de GNL. "La capacidad de Rusia para sostener sus esfuerzos bélicos está profundamente entrelazada con sus ingresos energéticos", escribieron. Hungría y Eslovaquia, en cambio, cerraron filas para oponerse a las sanciones, alegando que hacerlo pondría en peligro sus economías nacionales y la competitividad de la UE.