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Comienza la cuenta atrás: la UE se prepara para dejar atrás el gas ruso

Hungría sigue dependiendo del gas ruso, lo que supone un riesgo desde el punto de vista de la seguridad del suministro
Hungría sigue dependiendo del gas ruso, lo que supone un riesgo desde el punto de vista de la seguridad del suministro Derechos de autor  'Euronews'
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Por Magyar Ádám
Publicado Ultima actualización
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Las empresas europeas se han beneficiado de la energía barata rusa durante décadas, pero esa era ha terminado. Los expertos afirman que países como Hungría deben buscar fuentes alternativas: alejarse de golpe de la energía rusa le saldrá mucho más caro que una transición gradual.

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Estamos cada vez más cerca del fin de las importaciones de gas natural ruso en Europa, afirma András Deák, experto en política energética e investigador principal del Instituto John Lukács de la Universidad Ludovika, con sede en Budapest.

El volumen de gas que entra ya es una fracción de lo que era antes de la guerra, y en la UE ya hay muchas ganas de sustituir el gas natural licuado (GNL), que representa tres cuartas partes de los 40.000 millones de metros cúbicos de gas que se importan anualmente.

Los 9.000 millones de metros cúbicos restantes, que llegan por gasoducto, van a Hungría y Eslovaquia, y el Gobierno húngaro del populista Víktor Orban asegura que no hay alternativas. Pero Deák confía en que, en una posible crisis, el Ejecutivo pueda encontrar otras fuentes de suministro.

"En estos momentos, la posibilidad de poner fin a los suministros de petróleo está realmente al borde del abismo. En términos de seguridad del suministro, sería sin duda una situación muy mala. Realmente espero que podamos hacerlo, tenemos la opcionalidad tecnológica", explica el experto.

Según Deák, el Gobierno realiza -conscientemente- pocos intentos para diversificar sus fuentes, a diferencia de otros países europeos. Para el petróleo en particular, Hungría depende del oleoducto Druzhba, que en parte atraviesa zonas de guerra y en parte es objetivo específico de los ataques ucranianos.

El experto subraya que las fuentes de energía rusas siguen siendo las más baratas, pero si se contratan de otros lugares y la transición se realiza sin problemas, no deberían esperarse subidas de precios significativas. Deák calcula que abandonar el petróleo y el gas rusos supondría un aumento de precios de alrededor de medio punto porcentual del PIB húngaro.

Si, por el contrario, las importaciones rusas cesaran de la noche a la mañana y no por decisión propia, podría producirse una subida de precios más grave: "Si ocurre de repente, por ejemplo si se detiene Turkish Stream, podría ser más caro. Incluso entonces no espero una escasez física, pero entonces los comerciantes verán que hay un país en problemas y no venderán gas barato", explica el experto.

Tras el estallido de la guerra, la ventaja del precio del gas ruso desapareció

Durante décadas, el gas moscovita fue extremadamente importante para la economía europea. En la década de 2010, por ejemplo, los precios europeos eran entre un 30% y un 50% más bajos que los japoneses o coreanos, lo que daba a las empresas europeas una importante ventaja competitiva frente a sus rivales asiáticos.

Esta diferencia desapareció en 2021-22, y se produjo un enorme aumento de los precios en el mercado mundial tras el inicio de la guerra, aumentando la desventaja competitiva frente a las empresas estadounidenses que dependen de su energía nacional barata.

Además, las subidas de precios experimentadas en el invierno de 2022-2023, tras el inicio de la guerra, supusieron una enorme carga financiera para los países europeos. Como escribió Deák en 'Máshalbfokon', Hungría pagó aproximadamente 6.700 millones de euros más por las importaciones de GNL en 2022 y 3.400 millones de euros más por las importaciones de electricidad (5,2 y 6,5 veces más, respectivamente). Este gasto adicional, que asciende a casi el 6% del PIB anual, se considera la consecuencia económica más importante de la guerra en Ucrania.

El uso del gas como arma de guerra por parte de Rusia

La utilización del Kremlin de sus exportaciones de energía como arma no ha logrado causar graves perturbaciones en el suministro energético europeo. Los europeos no se congelaron en el invierno de 2022-2023 porque diversificaron sus fuentes y redujeron su consumo.

Moscú, además, no utilizó el arma del gas de forma sistemática, sino que jugó al farol entre los Estados miembros de la UE: cerró los grifos de gas de algunos pero no perjudicó a otros, y en el caso de Hungría incluso aumentó la cantidad suministrada. Así fue como, en 2024, Rusia seguía representando casi una quinta parte de las importaciones europeas de gas.

Mientras tanto, sin embargo, el mercado mundial de GNL está creciendo tan rápido que en tres años se podría compensar la pérdida de gas ruso de Europa. Por lo tanto, la desinversión en el gas ruso no provocará un cambio sísmico en el abastecimiento energético de Europa: solamente significará que la ventaja de precio de la que ha disfrutado el gas ruso durante décadas es cosa del pasado.

El fin de la guerra no influirá en la situación energética

Según Deák, el Gobierno húngaro confía en no tener que renunciar definitivamente al gas ruso y que el posible fin de la guerra en Ucrania reduzca la presión para exportar energía rusa. Sin embargo, es posible que la UE y Estados Unidos, que está ampliando cada vez más su mercado energético, mantengan la presión pase lo que pase.

Esta situación ha provocado movimientos incluso en Hungría. El ministro de Asuntos Exteriores y Comercio, Péter Szijjártó, ha firmado un contrato con Shell por 200 millones de metros cúbicos de GNL. El jueves, Szijjártó anunció un contrato aún mayor: la empresa francesa ENGIE suministrará a Hungría 400 millones de metros cúbicos de esta fuene energética al año, en un plazo de 10.

Ambas cantidades combinadas podrían satisfacer entre el 6% y el 8% de la demanda nacional anual de gas, por lo que Hungría aún está lejos de acabar con su dependencia de Rusia.

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