La creciente tensión entre Washington y Caracas ha despertado un sinfín de sentimientos encontrados entre la diáspora venezolana en España. Aunque la mayoría sueña con el fin del régimen de Maduro, muchos lamentan las nuevas penurias que están afrontando sus seres queridos en Venezuela.
La reciente escalada de tensiones entre Estados Unidos y Venezuela, que ha llevado al Pentágono a ordenar un despliegue militar sin precedentes en aguas del Caribe, ha sumido a la diáspora venezolana en una situación de incertidumbre, entre el "sueño" de un cambio de régimen y el "miedo" a un conflicto armado, que les quita el sueño estos días.
"Esta situación que está ocurriendo con Estados Unidos me pone en una situación de cierto sentimiento bipolar", reconoce Laura la Cruz en declaraciones a 'Euronews'. "Tengo ilusión, siento que esta vez sí puede venir ese cambio por el que he sufrido… pero también tengo miedo".
A pesar de ese temor que siente, La Cruz, que actualmente reside en Tenerife, asegura que tiene "más miedo a que no pase nada, que a que pase". Sin embargo, reconoce el dolor que le daría el saber que tendría que olvidarse de ver a su familia "durante mucho tiempo". "Y ese es un dolor que no se me pasa".
Este impulso coincide con acciones muy concretas por parte del Pentágono: Estados Unidos ha destruido varias embarcaciones en operaciones antidrogas en el Caribe. Washington insiste en que estas acciones son parte de una estrategia más amplia para "expulsar a los narcoterroristas del hemisferio" y proteger su "vecindario", como expresó recientemente el secretario de Defensa, Pete Hegseth.
Al mismo tiempo, fuentes cercanas al Gobierno venezolano han filtrado -aunque sin confirmación oficial- que habría existido una oferta de parte de Maduro para dejar el poder, una posibilidad que en Washington ya han descartado. En el exilio, esta combinación de presión militar y rumores políticos alimenta la expectativa de un cambio genuino de sistema.
Leonel Rosas es un venezolano residente en Madrid, donde cursa el quinto año de Medicina tras haber trabajado previamente como periodista en medios privados y oficiales en su país. Desde España sigue con inquietud la creciente tensión entre Donald Trump y Nicolás Maduro, un escenario que observa con el "escepticismo" acumulado tras años de falsas esperanzas de cambio, pero también -al igual que La Cruz- con una renovada sensación de que "algo se está moviendo".
"No sé si suena rocambolesco que sintamos emoción porque una potencia extranjera cerque a nuestro país, pero para los ocho millones de venezolanos que vivimos fuera, eso genera ilusión", admite Rosas en entrevista con 'Euronews'. Afirma que, estas últimas semanas, ha empezado a sentir "escalofríos en el estómago", porque -según considera- "la situación está cada vez más clara".
Sin embargo, cabe destacar que a pesar de que el Departamento de Defensa de Estados Unidos ha desplegado en aguas del Caribe a miles de soldados, aviones y buques, incluido el mayor portaaviones de la Armada, el USS Gerald R. Ford, pocos venezolanos en España parecen creer que la posibilidad de un conflicto armado sea un escenario probable.
"Más que pensar en un conflicto armado, como tal, lo que realmente preocupa es que este tipo de tensiones sigan alargando la inestabilidad en Venezuela", comenta Roberto Rodríguez, que lidera la plataforma Venezolanos por España.
Necesidades en Venezuela
Al margen del impacto que pudiera tener una guerra en el país, en lo que sí coinciden todos los venezolanos consultados por 'Euronews' es en que la actual campaña de la Casa Blanca está afectando al día a día del país.
La Cruz, que trabajaba como asesora de comunicación en el Gobierno interino de Juan Guaidó, llegó a España en 2020 por motivos de trabajo. Sin embargo, una vez aquí, se vio atrapada por la pandemia, así que optó por quedarse a vivir "prácticamente con una maleta de mano". Desde entonces, se ha construido una nueva vida que le ha llevado a vivir en lugares tan distintos como Madrid, Galicia o Canarias.
Quizás por lo abrupto de su marcha, quizás porque -según dice- su hogar "sigue estando allá", La Cruz decidió comenzar una nueva vida en las islas. "Aquí en Tenerife dicen que hay unas líneas en el mar que, si las sigues, llegas a Venezuela; así que yo me siento en los riscos y me imagino que vuelvo a mi país, que abrazo a mi madre".
Más allá del posible cambio institucional, la diáspora observa con preocupación la urgencia de atender lo cotidiano: la vida en Venezuela es hoy un delicado equilibrio entre precariedad y resistencia. "Lo primero, evidente, es tener abastecido de alimentos nuestras casas", comenta Rosas, señalando que su familia en Caracas lucha día a día por medicinas esenciales y alimentos básicos, especialmente para su hermano, que sufre una discapacidad.
"No tener luz o agua sería atroz en muchos lugares, pero allá es parte de la rutina", relata el estudiante de medicina. La crisis de los servicios públicos no es abstracta, sino un componente central de la urgencia: sin energía, sin agua, sin transporte, las personas mayores y los más vulnerables son los que más sufren.
Este enfoque social es clave también para la estrategia de quienes abogan por el cambio. No basta con que un nuevo régimen asuma el poder: debe comprometerse con la reconstrucción del país desde las bases, con un modelo que restaure la dignidad de los venezolanos, que reconozca el valor de quienes se han ido y facilite un regreso seguro y sostenible.
Un cambio de régimen... y de sistema
La tensión entre Estados Unidos y Venezuela no solo se lee en términos militares, sino como una pulsión más profunda por un cambio que va más allá de la salida de Nicolás Maduro. Para muchos en el exilio, el actual despliegue no es simplemente una muestra de presión, sino la oportunidad de iniciar una transformación institucional.
En este sentido, la principal preocupación de Rosas es el eventual vacío de poder y lo que vendría después: "implicaría una transformación profunda de la Venezuela institucional". "Y no es sencillo de un día para otro; podría haber un escenario complejo, incluso una nueva constituyente".
Para Laura La Cruz, las necesidades del país no están desligadas de su compromiso con un nuevo proyecto nacional. "Si solo se va Maduro, pero no cambia la estructura institucional, ¿qué esperanza real queda para los más débiles?", se pregunta.
En ese punto, coinciden con Rodríguez. "El temor no es tanto a un conflicto armado directo, sino a que cualquier escalada complique aún más ese camino hacia el cambio que tantos venezolanos llevan años esperando", advierte.
Esa idea de cambio también se sostiene en las expectativas del exilio: si fuera posible una transición política real, una parte importante de la diáspora se plantearía regresar. Rosas confiesa que aunque no es una opción que le ronde la cabeza, tampoco la descarta: "es el sueño de todos… existe esa luz de esperanza de que si las cosas vuelven, podamos ayudar a que el país mejore".
Pero para ello, no bastará con cambiar de líder. Como señalaba La Cruz desde Tenerife, el cambio debe venir acompañado de mejoras reales en "medicinas, servicios básicos, estabilidad institucional". Es decir, la reconstrucción de Venezuela no debería limitarse a la liberación de presos o a la convocatoria de nuevas elecciones.
Debe incluir políticas sociales urgentes: garantizar suministros médicos, reconstruir hospitales, restablecer redes de abastecimiento y diseñar mecanismos que aseguren la transparencia. "Nuestra diáspora no quiere volver a casa solo para ver el mismo sistema colapsar", zanja con firmeza.