Cinco grandes disputas ya han enfrentado a los dos bloques económicos en el pasado. ¿Cómo acabaron?
A mediados de marzo, Estados Unidos impuso un arancel del 25% al aluminio y el acero de la Unión Europea, lo que supuso el pistoletazo de salida a un conflicto comercial cuyas consecuencias aún están por dirimirse.
Pero esta no es ni mucho menos la primera vez que la UE y EE.UU. se enzarzan por el comercio. Desde la conocida como 'guerra del pollo' hasta la fabricación de aviones, la historia de la alianza transatlántica ha estado salpicada de escaramuzas económicas. Sin embargo, este enfrentamiento muestra signos de una posible escalada mucho más allá que los anteriores, con los servicios -y en particular la tecnología- batallando por la supremacía en el campo de batalla comercial.
La guerra del pollo
En 1962, ante la avalancha de importaciones de pollo estadounidense a bajo precio, la Comunidad Económica Europea (CEE), integrada entonces por Francia, Alemania Occidental, Italia, Bélgica, Países Bajos y Luxemburgo, impuso aranceles a las aves de corral estadounidenses.
La medida tuvo un impacto inmediato: las exportaciones de pollo estadounidense a Europa cayeron en picado, en especial en Alemania occidental, su mercado clave. EE.UU. estimó sus pérdidas en 46 millones de dólares anuales (40,4 millones de euros al cambio actual) mientras que la CEE sostenía que la cifra se acercaba más a los 19 millones (16 millones de euros). El GATT, precursor de la OMC, llegó finalmente a una cifra de compromiso: 26 millones de dólares (22,8 millones de euros) por daños y perjuicios.
Ante el estancamiento de las negociaciones, Washington optó por las represalias. Impuso aranceles por valor de otros 26 millones de dólares a una serie de productos europeos, incluidos camiones, brandy y dextrina. Al final, ninguna de las partes salió claramente victoriosa.
La guerra del plátano
Esta batalla bananera fue uno de los conflictos comerciales más largos entre Bruselas y Washington, con más de 15 años de duración. En 1993, la UE adoptó un régimen comercial preferencial que favorecía las exportaciones de plátanos de los países ACP -grupo formado por las antiguas colonias europeas de África, el Caribe y el Pacífico- como parte de una estrategia destinada a apoyar a las economías frágiles. Sin embargo, EE.UU. se opuso a la decisión alegando que perjudicaba injustamente a algunas de sus multinacionales, actores importantes en el comercio mundial del plátano.
EE.UU. llevó el caso ante la OMC, que en 1997 condenó a la UE. En 1998, el bloque modificó su sistema de importación pero EE.UU. consideró que no era suficiente, tomando represalias con aranceles sobre exportaciones de la UE como bolsos franceses y queso pecorino italiano, gravando hasta 191 millones de dólares (167,7 millones de euros). Hubo que esperar hasta 2009 para que la UE aceptara rebajar sus derechos de aduana sobre los plátanos de 176 a 114 euros por tonelada.
La guerra de las hormonas en la carne de vacuno
Lo que empezó en 1989 como una medida de salud pública se convirtió rápidamente en otra gran disputa comercial transatlántica. Ese año, la CEE prohibió la importación de carne de vacuno tratada con hormonas artificiales de crecimiento, alegando preocupaciones por la seguridad de los consumidores. La decisión supuso una pausa de las exportaciones de carne de vacuno de Australia, Canadá y Estados Unidos.
Washington y Ottawa impugnaron la medida ante la OMC. Una década más tarde, en 1999, la OMC dio la razón a los demandantes y concedió a Estados Unidos el derecho a imponer aranceles de represalia a productos de la CEE -que para entonces se había transformado en la Unión Europea- por valor de 116,8 millones de dólares (102,6 millones de euros) anuales. Las sanciones afectaron a algunas exportaciones europeas totémicas, como el roquefort francés, los jamones italianos y españoles y los chocolates belgas.
Tras más de dos décadas, el conflicto se resolvió finalmente en 2011: la UE aceptó ampliar gradualmente sus cuotas de carne de vacuno de alta calidad no tratada con hormonas procedente de EE.UU. A cambio, Washington levantó sus aranceles punitivos.
Boeing vs Airbus
Durante 17 años, la UE y EE.UU. se enzarzaron en una encarnizada batalla por las subvenciones estatales a sus respectivos gigantes aeroespaciales: Airbus y Boeing. El desencuentro comenzó con un acuerdo de 1992 destinado a regular las ayudas públicas a los dos gigantes aeronáuticos. Pero en 2004, Washington se mostró descontento y acusó a la UE de subvencionar injustamente a Airbus. EE.UU. se retiró del acuerdo y presentó una denuncia formal ante la OMC.
Lo que siguió fue un prolongado enfrentamiento jurídico y diplomático, que alcanzó su punto álgido durante la primera Administración Trump. En 2019, la OMC autorizó a Estados Unidos a imponer aranceles a bienes y servicios de la UE por valor de casi 7.500 millones de dólares anuales, unos 6.588 millones de euros.
Un año después, en 2020, el péndulo se inclinó a favor de la UE. La OMC concedió a Bruselas el derecho a imponer aranceles a las importaciones estadounidenses en respuesta a las subvenciones recibidas por Boeing. En 2021, se anunció un gran avance: ambas partes acordaron suspender los aranceles, marcando una tregua temporal. Sin embargo, la distensión sólo durará hasta 2026.
La primera guerra del aluminio y el acero
La disputa comenzó en 2018, cuando la Administración Trump impuso amplios aranceles a las importaciones de acero y aluminio, alegando preocupaciones de seguridad nacional. La UE respondió rápidamente, presentando una denuncia ante la OMC e imponiendo contramedidas a productos estadounidenses por valor de 2.800 millones de euros, incluidos productos emblemáticos como el bourbon, las motocicletas y el zumo de naranja.
El enfrentamiento se prolongó hasta 2021, cuando ambas partes acordaron suspender los aranceles en una medida que se consideró un paso hacia el restablecimiento de la confianza transatlántica. Sin embargo, esta frágil paz se ha roto en 2025.
Lo que diferencia al actual enfrentamiento comercial -aparte de la intensidad de la disputa- es la aparente salida de escena de la Organización Mundial del Comercio (OMC) como árbitro. Tradicionalmente, como muestran los ejemplos anteriores, las disputas se canalizaban a través de la OMC, institución multilateral diseñada para gestionar y mediar en las tensiones comerciales mundiales. Pero Estados Unidos está obstaculizando los nombramientos del panel que dirime las disputas de la OMC y ha declarado aranceles "recíprocos" contra más de la mitad de los miembros del organismo.
Un vistazo a las homéricas guerras comerciales entre la UE y EE.UU. nos recordará que la organización multilateral o su predecesor, el GATT, han estado en primera línea de la resolución de disputas en el pasado. Estos ejemplos también demuestran que, incluso cuando puede haber un ganador sobre el papel, nadie sale verdaderamente vencedor de una guerra comercial.