Estados Unidos y China han acordado trabajar en la extensión de la actual pausa arancelaria más allá del 12 de agosto, tras dos días de intensas negociaciones en Estocolmo.
Estados Unidos y China han acordado trabajar en la ampliación de un plazo para imponerse nuevos aranceles mutuamente tras concluir el martes dos días de conversaciones comerciales en Estocolmo, según el principal negociador de Pekín.
La parte estadounidense dijo que la prórroga se había discutido, pero aún requería la aprobación del presidente Donald Trump. El secretario del Tesoro estadounidense, Scott Bessent, afirmó que "nuestros homólogos chinos se han precipitado un poco" al anunciar una pausa, aunque describió las conversaciones como "dos días muy plenos con la delegación china".
China dijo que las dos partes mantuvieron conversaciones "profundas, sinceras y constructivas" y acordaron trabajar para prorrogar otros 90 días la pausa arancelaria más allá de la fecha límite del 12 de agosto para alcanzar un acuerdo comercial.
"Una relación económica y comercial estable, saludable y sostenible entre China y EE.UU. no sólo sirve a los respectivos objetivos de desarrollo de ambos países, sino que también contribuye al crecimiento económico global y a la estabilidad", dijo el viceprimer ministro chino, He Lifeng, que encabezó la parte china, según un comunicado del Ministerio de Comercio de China. No explicó cómo funcionaría la ampliación.
Bessent añadió que las dos partes abordaron las preocupaciones de EE.UU. sobre la compra de petróleo iraní por parte de China, el suministro de tecnología de doble uso a Rusia que podría utilizarse en el campo de batalla y la fabricación de bienes a un ritmo superior al sostenido por la demanda mundial.
"Tenemos que reducir los riesgos en determinadas industrias estratégicas, como las tierras raras, los semiconductores o los medicamentos, y hemos hablado de lo que podemos hacer juntos para equilibrar la relación", declaró Bessent. Subrayó que Estados Unidos busca restaurar la fabricación nacional, asegurar acuerdos de compra de productos agrícolas y energéticos estadounidenses y reducir el déficit comercial.
Reunión en la capital sueca
La última ronda de negociaciones se inició el lunes en Estocolmo para tratar de desbloquear el asunto de los aranceles, que ha distorsionado los lazos comerciales entre las dos mayores economías del mundo.
Ambas partes se habían reunido previamente en Ginebra y Londres para abordar cuestiones específicas: aranceles de tres dígitos que equivalen a un embargo comercial y controles a la exportación de productos críticos, el control de China sobre las tierras raras y las restricciones de EE.UU. sobre los semiconductores.
Las conversaciones del lunes duraron casi cinco horas a puerta cerrada en el despacho del primer ministro sueco, Ulf Kristersson. Antes de que se reanudaran las conversaciones, Kristersson se reunió con Bessent y el representante comercial de EE.UU., Jamieson Greer, durante el desayuno.
Una posible reunión Trump-Xi
Las conversaciones en Estocolmo se desarrollaron en un momento en el que el presidente Donald Trump planea reunirse con el presidente chino Xi Jinping, una cumbre que podría ser un paso crucial para cerrar cualquier acuerdo importante entre ambos países.
"Yo diría que antes de finales de año", dijo Trump a los periodistas a bordo del Air Force One el martes. En su plataforma de redes sociales Truth, Trump insistió a última hora del lunes en que no estaba "buscando" una cumbre con Xi, sino que podría ir a China por invitación del líder chino, "que ha sido extendida". "De lo contrario, ¡no hay interés!", añadió.
Bessent dijo a los periodistas que en Estocolmo no se habló de la cumbre, pero sí del "deseo de los dos presidentes de que el equipo de comercio y el equipo del Tesoro mantengan negociaciones comerciales con nuestros homólogos chinos". Greer dijo que el equipo estadounidense volvería a Washington y "hablaría con el presidente sobre" la ampliación del plazo de agosto y vería "si es algo que quiere hacer".
Los acuerdos arancelarios
EE.UU. ha llegado a acuerdos sobre aranceles con algunos de sus principales socios comerciales -entre ellos Reino Unido, Japón y la Unión Europea- desde que Trump anunciara a principios de julio elevados tipos arancelarios contra decenas de países. China sigue siendo quizás el mayor desafío.
"Los chinos han sido muy pragmáticos", dijo Greer en comentarios publicados en las redes sociales por su oficina a última hora del lunes. "Ahora tenemos tensiones, pero el hecho de que nos reunamos regularmente con ellos para abordar estas cuestiones nos da una buena base para estas negociaciones".
Muchos analistas esperaban que las conversaciones de Estocolmo desembocaran en una prórroga de los actuales niveles arancelarios, que son muy inferiores a los porcentajes de tres dígitos propuestos cuando el conflicto arancelario entre EE.UU. y China alcanzó su punto álgido en abril, provocando una caída temporal de los mercados mundiales.
Ambas partes rebajaron las tensiones durante las conversaciones bilaterales celebradas en Ginebra en mayo y acordaron una pausa de 90 días en la aplicación de aranceles elevadísimos, que finaliza el 12 de agosto. En la actualidad, los aranceles estadounidenses se sitúan en el 30% sobre los productos chinos, mientras que China impone un arancel del 10% sobre los productos estadounidenses.
La visión a largo plazo
Aunque China ha ofrecido pocos detalles sobre sus objetivos en las conversaciones de Estocolmo, Bessent ha sugerido que la situación se ha estabilizado hasta el punto de que Pekín y Washington pueden empezar a buscar un equilibrio a largo plazo entre sus economías.
Desde que China se incorporó al sistema de comercio mundial hace más de dos décadas, Washington ha intentado presionar a Pekín para que fomente el consumo interno y ofrezca un mayor acceso al mercado a los productos extranjeros, incluidos los de fabricación estadounidense.
Wendy Cutler, exnegociadora comercial de EE.UU. y ahora vicepresidenta del Asia Society Policy Institute, dijo que el equipo de Trump se enfrentaría hoy a los desafíos de "un socio grande y confiado que está más que dispuesto a tomar represalias contra los intereses de EE.UU.".
La prórroga de las tasas arancelarias "debería ser la parte fácil", dijo, advirtiendo de que Pekín ha aprendido lecciones desde la primera Administración Trump y "no se tragará un acuerdo unilateral esta vez".
Bessent dijo que el "tono general de las reuniones fue muy constructivo", mientras que Li dijo que las dos partes acordaron en Estocolmo mantener un estrecho contacto y "comunicarse entre sí de manera oportuna sobre cuestiones comerciales y económicas".