El euro digital busca preservar el papel del dinero público ante la rápida caída en el uso del efectivo. La moneda digital, impulsada por el Banco Central Europeo (BCE), busca garantizar pagos seguros y privados, ofreciendo una alternativa pública a los sistemas de pago privados y extranjeros.
El dinero en efectivo aún no ha desaparecido, pero pierde terreno rápidamente. En toda la zona del euro, cada vez más personas pagan con tarjetas, teléfonos inteligentes y aplicaciones, mientras que el dinero físico desempeña un papel cada vez menor en la vida cotidiana.
Para el Banco Central Europeo (BCE), este cambio digital plantea un serio interrogante: ¿cómo preservar el papel del dinero público en un mundo que no utiliza efectivo? Su respuesta: el euro digital, una moneda digital del banco central diseñada para funcionar como el efectivo, pero en formato digital.
"La principal razón para emitir un euro digital es preservar las ventajas del efectivo en la era digital", declaró Piero Cipollone, miembro del Comité Ejecutivo del BCE, en un discurso pronunciado en julio. "Para ello, necesitamos complementar el efectivo físico con una forma digital de efectivo".
¿Qué diferencia al efectivo?
El efectivo es sencillo, privado y universalmente aceptado. No se necesita una cuenta bancaria, no hay comisiones ocultas y el historial de pagos permanece en el usuario, no en el banco, la empresa tecnológica o el comercio. En cambio, en la mayoría de los pagos digitales intervienen empresas privadas. Las tarjetas son fáciles de usar, pero forman parte de un sistema comercial.
Cada vez que pagas, la transacción pasa por redes privadas que rastrean tus datos, cobran comisiones a los comercios y pueden excluir a personas sin cuenta bancaria o con menos conocimientos tecnológicos. En la actualidad, gran parte de nuestro gasto cotidiano depende de sistemas gestionados por agentes no europeos, ya sean tarjetas de empresas estadounidenses o aplicaciones de pago propiedad de gigantes tecnológicos.
"Lo que es especialmente preocupante en Europa es que el vacío dejado por la disminución del uso del efectivo se está llenando con soluciones de pago no europeas", afirma Cipollone. A diferencia de las tarjetas o aplicaciones vinculadas a bancos privados, el euro digital garantizaría la total privacidad de los pagos fuera de línea y un alto grado de privacidad en las transacciones en línea. Un euro digital sería una infraestructura pública de uso gratuito, ampliamente aceptada y neutral.
¿Por qué necesitan los ciudadanos una forma digital de efectivo?
Cipollone indica que sin un euro digital, el BCE corre el riesgo de perder su papel fundamental en las transacciones cotidianas de los ciudadanos. Entre 2019 y 2024, la proporción de efectivo en los pagos en toda la zona del euro se redujo drásticamente: del 68% al 40% en volumen, y del 40% a solo el 24% en valor.
"La imposibilidad de utilizar efectivo físico en transacciones en línea o para pagos digitales en el punto de venta nos priva de una opción de pago clave", dijo. "Reduce la resistencia, la competencia, la soberanía y, en última instancia, la libertad de los consumidores para elegir cómo pagar". Advirtió de que si el BCE no emite un euro digital, aumentará la dependencia de proveedores de pagos privados y, a menudo, no europeos. Sin embargo, existe un riesgo aún mayor, y tiene que ver con la soberanía monetaria.
A medida que crecen los pagos digitales y desaparece el efectivo, cada vez más parte de la infraestructura financiera europea está controlada por empresas privadas y plataformas extranjeras. El dinero soberano no depende de ninguna institución privada. Sin una opción de pago digital pública, el BCE teme perder el control sobre cómo fluye el dinero por la economía. Un euro digital garantizaría que el dinero del banco central siga siendo relevante, no solo en teoría, sino en la vida cotidiana, ya sea comprando por Internet, pagando a un amigo o comprando alimentos.
El efectivo sigue siendo el rey en Europa
Hace tiempo que los europeos tienen derecho a utilizar el dinero del banco central en todo el bloque. Pero si ese derecho no puede ejercerse digitalmente, sobre todo a medida que disminuye el uso del efectivo físico, ese pilar empieza a resquebrajarse. El economista Filippo Taddei, de Goldman Sachs, se hacía eco de esta preocupación en una nota publicada la semana pasada.
Muchas pequeñas empresas y consumidores siguen prefiriendo el efectivo y, en algunos países, esa preferencia está incluso creciendo. Según Goldman Sachs, casi el 30% de las pequeñas y medianas empresas de la eurozona prefieren el efectivo como forma de pago, pero esa cifra se eleva a más del 50% en Austria y casi el 40% en Italia.
Taddei también señala que en el fragmentado panorama actual de los pagos, sin una moneda digital pública, la liquidez del euro podría resentirse. "Si la UE no crea una plataforma estandarizada con el euro digital", afirma, "corremos el riesgo de que dominen el dinero privado y los sistemas extranjeros, lo que restaría relevancia al dinero de los bancos centrales".
Un euro digital podría ayudar a establecer normas abiertas para comerciantes y proveedores de servicios de pago, reforzando la capacidad de los comerciantes para negociar las comisiones y fomentando una mayor competencia e innovación en toda Europa. ¿Otra ventaja potencial? El euro digital funcionaría incluso fuera de Internet, ofreciendo un método de pago seguro en situaciones de emergencia, como catástrofes naturales o cortes de electricidad.
¿Cómo funcionaría un euro digital?
Según el proyecto de euro digital del BCE, los usuarios accederían a la moneda a través de un monedero digital, probablemente proporcionado por su banco o una autoridad pública.
Los pagos serían instantáneos, gratuitos y estarían disponibles tanto en línea como 'offline', por lo que su uso sería tan sencillo como pulsar una tarjeta, incluso sin conexión a internet. Los fondos podrían cargarse desde una cuenta bancaria o con efectivo físico, y se aplicarían límites de tenencia para evitar desplazamientos a gran escala de los depósitos bancarios.
Y lo que es más importante, el euro digital protegería la privacidad del usuario: el BCE no podría rastrear sus compras ni sus datos personales. Un euro digital equivaldría siempre a un euro en efectivo, ofreciendo una alternativa pública y sin riesgos a los pagos digitales comerciales.
¿Cuándo se emitirá el euro digital?
No espere descargarse un monedero digital todavía. El BCE se encuentra aún en la fase de preparación, que durará hasta octubre de 2025. Después, el Consejo de Gobierno decidirá si sigue adelante, pero solo cuando haya concluido el proceso legislativo.
"Esperamos haber tomado todas las decisiones políticas y jurídicas a principios del año que viene", dijo Cipollone en mayo.
Aunque se apruebe, la puesta en marcha llevará tiempo. El BCE espera que la fase de desarrollo dure entre dos y tres años, lo que significa que la fecha realista de lanzamiento se sitúa entre 2027 y 2029. El presidente del Deutsche Bundesbank, Joachim Nagel, sugirió que 2028 o 2029 es más probable.
¿Podría un euro digital sustituir al dólar?
Se ha debatido mucho sobre si las monedas digitales —emitidas por bancos centrales o privadas— podrían desafiar el dominio del dólar estadounidense. Pero el BCE ha sido claro: el euro digital no tiene que ver con la geopolítica ni con desafiar el orden financiero mundial existente.
"Es una herramienta de pago al por menor", dijo Cipollone. "Está pensada para los europeos, no para los titulares de reservas internacionales". Este tipo de cambio requeriría cambios profundos, como la creación de un mercado unificado de eurobonos, un sistema de capital más integrado y la actuación del BCE como auténtico prestamista mundial de última instancia.
Aún no hemos llegado a ese punto. Según el Fondo Monetario Internacional (FMI), el euro representó el 20,06% de las reservas mundiales asignadas en el primer trimestre de 2025, frente al 19,6% del año anterior, pero aún lejos del 53% del dólar estadounidense.
El dólar sigue dominando el comercio mundial, la fijación de precios de las materias primas y los préstamos transfronterizos debido a la confianza, el tamaño y las redes que existen desde hace décadas. EE.UU. también cuenta con un mercado de activos seguros inigualable, con más de 27 billones de dólares (23,1 billones de euros) en bonos del Tesoro estadounidense, algo de lo que carece la eurozona. Por tanto, aunque el euro digital podría reforzar la moneda única dentro de Europa, no está diseñado para ser un activo de reserva mundial.
Conclusión
El euro digital no está pensado para sacudir las finanzas mundiales, y no lo hará. Su objetivo es mucho más concreto: dar a los europeos un acceso continuo al dinero público en un mundo digital, proteger la privacidad, apoyar la inclusión financiera y preparar la moneda única para el futuro.
"El papel del efectivo se reducirá significativamente si no proporcionamos un equivalente digital", afirmó Piero Cipollone, miembro del Consejo del BCE. "Si no actuamos, no cumpliremos con nuestra responsabilidad como banco central hacia las personas a las que servimos", advirtió. En un mundo en el que los gigantes tecnológicos y las plataformas extranjeras están determinando nuestra forma de pagar, el BCE quiere asegurarse de que Europa siga teniendo elección.