El Banco de Japón elevó los tipos al máximo en tres décadas y anticipa más ajuste, reavivando el temor a alzas de los rendimientos de bonos y a la repatriación de capital de inversores japoneses.
El histórico giro del Banco de Japón lejos de la política monetaria ultralaxa avanza con firmeza, y empiezan a aflorar señales de tensión en los mercados globales de bonos.
En su reunión de diciembre, el BoJ elevó su tipo de referencia a corto plazo en 25 puntos básicos hasta el 0,75%, el nivel más alto desde 1995.
La medida en sí era ampliamente esperada, pero no el tono que la acompañó.
El gobernador Kazuo Ueda se inclinó por una postura más agresiva, subrayó que la era de tipos de interés extremadamente bajos en Japón toca a su fin y que las implicaciones pueden ir mucho más allá de Tokio.
Un giro más agresivo del BoJ
En su comunicado de política monetaria, el BoJ recalcó que "se espera que los tipos de interés reales sigan siendo significativamente negativos" y que unas condiciones financieras acomodaticias seguirán sosteniendo la actividad económica.
Al mismo tiempo, reafirmó que, si se materializa el escenario de crecimiento e inflación descrito en su Informe de Perspectivas de octubre, el Banco "seguirá subiendo el tipo de interés de referencia y ajustará el grado de acomodación monetaria".
Ueda reforzó ese mensaje en su rueda de prensa, advirtió de que retrasar el ajuste podría acabar exigiendo subidas más bruscas. Añadió que las alzas previas aún no han tenido un efecto de endurecimiento apreciable y subrayó que los tipos siguen lejos del límite inferior de la estimación de neutralidad del Banco.
En conjunto, el mensaje fue inequívoco, el BoJ está claramente en modo de subidas.
Los analistas lo ven "bastante histórico"
"El BoJ llevó a cabo una subida agresiva", dijo Dariusz Kowalczyk, analista de BBVA, subrayando el claro compromiso con una mayor normalización.
"Sé que es solo tres cuartos de punto porcentual, pero es bastante histórico", dijo Bart Wakabayashi, director de la sucursal de State Street en Tokio. "No estábamos en este nivel desde hace tres décadas, así que creo que es un movimiento significativo".
El economista jefe para Japón de Goldman Sachs, Akira Otani, advirtió que este no es el punto final del BoJ en la subida de tipos, y que la decisión refuerza un sesgo de alzas gradual pero persistente.
Por qué es tan relevante más allá de Japón
La respuesta está en el papel desproporcionado del país en los mercados globales de bonos.
Japón sigue siendo el mayor acreedor neto del mundo, con una posición de inversión internacional neta de alrededor de 3,66 billones de dólares (3,12 billones de euros) a septiembre de 2025.
Durante años, los tipos en mínimos de Japón incentivaron las salidas de capital. Los inversores institucionales japoneses, incluidos fondos de pensiones y aseguradoras, han inyectado billones en los mercados de deuda extranjeros, especialmente en los bonos del Tesoro de Estados Unidos y la deuda soberana europea.
Pero a medida que suben las rentabilidades de los bonos domésticos, aunque sea de forma marginal, ese incentivo se reduce. El resultado es una posible disminución de las compras de deuda extranjera, lo que muchos economistas llaman la "repatriación" de Japón.
Cuando las rentabilidades domésticas son bajas, los institucionales japoneses tienden a buscar mejores retornos fuera, a menudo en bonos del Tesoro de Estados Unidos, deuda pública europea o deuda de mercados emergentes.
Pero conforme suben las rentabilidades en Japón, ese incentivo se debilita. Incluso cambios modestos en los retornos relativos pueden alterar las asignaciones de cartera en el margen y elevar el riesgo de que el capital se repatríe hacia activos japoneses.
Esta dinámica ya se percibe en el estrechamiento de los diferenciales de rentabilidad.
La brecha entre los bonos del Tesoro estadounidense a diez años y las rentabilidades de los bonos del Gobierno japonés se ha reducido hasta 2,12 puntos porcentuales, su nivel más bajo desde marzo de 2022.
El diferencial entre los Bunds a diez años y los JGBs ha caído de forma similar hasta 0,85 puntos porcentuales, el nivel más bajo en más de tres años.
A medida que esos diferenciales se comprimen, los inversores japoneses pueden empezar a redirigir capital a casa, dejando a los mercados globales de deuda absorber el hueco.
Grietas en las rentabilidades globales
Los mercados de bonos ya han empezado a reaccionar. La rentabilidad del bono alemán a 30 años se disparó hasta el 3,51% el viernes posterior a la decisión del BoJ, su nivel más alto desde julio de 2011.
Un movimiento así en la mayor economía de Europa, a menudo considerada el ancla fiscal del mundo, es una señal de alerta.
El riesgo no se limita a Europa. El alza de las rentabilidades en Japón amenaza con trastocar los flujos de inversión globales, especialmente por la desactivación del 'carry trade' en yenes.
Con tipos ultrabajos en Japón proporcionando financiación barata, los inversores han utilizado durante mucho tiempo el yen para apostar por activos de mayor rendimiento fuera. Esa estrategia, que ha funcionado bien durante décadas, está ahora bajo presión.
A medida que suben los tipos en Japón, la ventaja de endeudarse en yenes resulta menos atractiva para los inversores globales.
El resultado podría ser una ola de desapalancamiento en los mercados globales de crédito y renta variable, que desencadene un repunte desordenado de las rentabilidades.
Aunque el ritmo de las subidas probablemente seguirá siendo gradual, la dirección es clara. El BoJ ya no es la paloma perenne del mundo desarrollado.
Para los inversores, el mensaje es sencillo y cada vez más difícil de ignorar, Japón vuelve a importar.