La minería de litio en Nigeria, clave para baterías, explota a niños en comunidades pobres como Pasali. Operaciones ilegales, riesgos mortales y redes informales alimentan la demanda global, liderada por China.
La creciente demanda de litio, clave en las baterías de vehículos eléctricos y sistemas de almacenamiento de energía, ha abierto un nuevo frente en la industria minera de Nigeria. Sin embargo, el auge de este mineral tiene un alto costo: la explotación de niños en las comunidades más vulnerables del país.
En zonas como Pasali, en el estado de Nasarawa, cerca de la capital federal, la minería ilegal domina el panorama. Según un reciente reportaje de Associated Press, esta actividad, controlada en gran medida por empresas chinas, prospera en un entorno con poca regulación gubernamental y está plagada de abusos laborales, incluida la explotación infantil.
El impacto de la minería ilegal
Hace una década, la minería de litio transformó a Pasali, una tranquila comunidad rural, en un hervidero de mineros artesanales ilegales. Abdullahi Sabiu, un joven de 25 años que comenzó en las minas a los 20, confiesa que es consciente de la ilegalidad de su trabajo, pero lo justifica por la necesidad. "No podemos esperar a que el Gobierno nos ayude", admite.
Actualmente, decenas de minas ilegales operan en la zona, muchas de ellas desconocidas para las autoridades. Los métodos de extracción son tan rudimentarios como peligrosos. Los mineros, armados con hachas, excavan profundos pozos y se enfrentan a riesgos constantes: explosiones subterráneas, asfixia o derrumbes que ya han cobrado la vida de varios compañeros.
Niños en las minas: el eslabón más vulnerable
El trabajo infantil es parte esencial de esta sombría cadena de suministro. En las minas, los niños se encargan de separar las rocas y extraer fragmentos de litio con herramientas improvisadas. Algunos, como Zakaria Danladi, de cinco años, y Juliet, dejaron de asistir a la escuela por la pobreza; otros nunca han tenido acceso a la educación.
Datos oficiales indican que el 63% de los nigerianos (133 millones de personas) viven en condiciones de pobreza multidimensional, y más de la mitad de ellos son niños. En las áreas rurales como Pasali, esta realidad condena a miles a trabajos peligrosos y mal pagados.
La conexión con el mercado global
El litio extraído en Pasali entra rápidamente en las cadenas de suministro globales. Un equipo de seis niños puede procesar hasta 10 sacos de 25 kilos al día, según el reportaje. Desde allí, los minerales pasan por redes informales de compradores y vendedores, con mínima supervisión gubernamental.
Aliyu Ibrahim, comerciante de litio y propietario de minas ilegales en Nasarawa, admite que muchos niños trabajan en sus minas, pero lo justifica diciendo que "son huérfanos o vienen de familias pobres, sin otra forma de sobrevivir".
El papel de China en el sector minero de Nigeria
China, líder en las cadenas de suministro de energías renovables, desempeña un papel controvertido en la industria extractiva de Nigeria. Empresas y nacionales chinos han sido señalados por prácticas ambientales dañinas.
El gigante asiático ha sido acusado de explotación laboral e incluso minería ilegal. En los últimos meses, varias detenciones y procesos judiciales han involucrado a ciudadanos chinos en actividades mineras ilícitas.
Una riqueza que no beneficia a Nigeria
A pesar de sus vastos recursos, Nigeria pierde miles de millones de euros anuales por el comercio ilegal de minerales como el litio. Este comercio también alimenta la inseguridad y priva a las comunidades locales de los beneficios económicos que podría generar una explotación regulada.
Mientras el país busca diversificar su economía más allá del petróleo, la minería de litio podría ser una oportunidad, pero solo si se aborda la corrupción, se refuerzan las leyes laborales y se prioriza la protección de los derechos humanos. Sin estos cambios, el costo humano de esta riqueza mineral seguirá siendo demasiado alto.