La cumbre sobre el clima de este año se centrará en los pueblos indígenas, los bosques y cómo ajustar el rumbo del Acuerdo de París.
En la cumbre de la ONU sobre el clima que se celebra este año en Brasil, hay más en juego que nunca. El mundo ha cambiado drásticamente en la década transcurrida desde que los líderes celebraron un histórico acuerdo sobre el clima en París hace una década, pero no de la forma que esperaban o deseaban.
El calentamiento del clima de la Tierra ha continuado más rápido de lo que la sociedad ha sido capaz de dejar de quemar carbón, petróleo y gas natural. Se han producido avances -desde 2015 se ha reducido en más de un grado centígrado las previsiones de calentamiento futuro-, pero su insuficiencia será uno de los principales temas de las próximas dos semanas, cuando los diplomáticos se reúnan en Belem (Brasil) para las negociaciones anuales de las Naciones Unidas sobre el clima.
El objetivo es noble, pero simple: que los países trabajen juntos para detener los peores efectos del cambio climático provocado por el hombre. Un objetivo que, según muchos expertos, está cada vez más lejos. El cambio climático ya está agravando catástrofes que significan la vida o la muerte para miles de millones de personas en todo el mundo, y retrasar la acción sólo empeorará el problema.
Los pueblos indígenas en el punto de mira
Con la mayor selva tropical del mundo -la Amazonía- a sus puertas, muchos han elogiado la ubicación de Belem para poner de relieve el papel de los pueblos indígenas y la administración de la tierra en la lucha contra el cambio climático.
El Gobierno del presidente Luiz Inácio Lula da Silva, que incluye el primer Ministerio de Pueblos Indígenas de Brasil, espera que más de 3.000 delegados indígenas participen este mes como miembros de la sociedad civil y como negociadores. En comparación, la cumbre del año pasado en Azerbaiyán atrajo a sólo 170 indígenas.
"Esta vez, los líderes mundiales vienen a Belem, al corazón de la Amazonía, más cerca de nuestros hogares, nuestros ríos y nuestros territorios", afirmó Olivia Bisa, líder de la nación Chapra en Perú.
Aunque los indígenas no pueden representar a las naciones tribales en las conversaciones, Bisa y otros tendrán un papel más importante como delegados que negocian en nombre de sus Estados-nación. "Tenemos que estar en la sala, no fuera de ella", afirmó.
Sus protestas también han puesto de manifiesto las contradicciones del Brasil anfitrión, que se promociona a sí mismo como defensor de la selva amazónica. La reciente aprobación por Lula de un proyecto de perforación petrolífera en la desembocadura del río Amazonas ha desencadenado manifestaciones e indignación.
Avances en la protección de los bosques
En los días previos al inicio oficial de la cumbre, docenas de países ya han prometido su apoyo a un nuevo y ambicioso incentivo del brasileño Lula para apoyar los bosques amenazados de todo el mundo.
El fondo, conocido como 'Bosques Tropicales para Siempre', reunió 5.500 millones de dólares en compromisos hasta el viernes, cuando Noruega y Francia se unieron a Brasil e Indonesia en la inversión. Alemania dijo el viernes que realizaría un compromiso "considerable". Con el tiempo, el plan pretende movilizar inversiones por valor de 125.000 millones de dólares.
Financiado mediante deuda con intereses en lugar de donaciones, el fondo pretende dar la vuelta a la lógica económica de la deforestación haciendo más lucrativo para los Gobiernos conservar sus árboles en lugar de talarlos.
Una lista de más de 70 países muy boscosos -desde el Congo hasta Colombia- podrán optar a los pagos siempre que mantengan la deforestación por debajo de una tasa determinada. Las naciones que no protejan sus bosques verán reducidos sus pagos a un ritmo punitivo por cada hectárea destruida.
La clamorosa ausencia de Estados Unidos
Estados Unidos no enviará a ningún representante de alto nivel a la cumbre sobre el clima COP30 de Brasil, según informó el viernes la Casa Blanca. El presidente estadounidense, Donald Trump, ha calificado el cambio climático de engaño y retiró a Estados Unidos de los acuerdos climáticos de París el día que entró en funciones
"El presidente Trump no pondrá en peligro la seguridad económica y nacional de nuestro país para perseguir objetivos climáticos vagos que están matando a otros países", dijo Taylor Rogers, portavoz de la Casa Blanca, en un comunicado.
Preocupa que la ausencia de EE.UU., que en ocasiones ha desempeñado un papel clave para convencer a China de que limite las emisiones de carbono y garantice financiación para los países pobres, pueda ser señal de un retroceso más amplio de la política climática.
El Acuerdo de París, 10 años después
Hace diez años, los países llegaron a un acuerdo histórico en el primer pacto mundial para luchar contra el cambio climático. Desde entonces, la temperatura anual del planeta ya ha subido unos 0,46 grados centígrados, uno de los mayores aumentos de temperatura registrados en 10 años, según datos del servicio climático europeo Copernicus.
El Acuerdo de París debía limitar el calentamiento a 1,5 grados Celsius por encima de la media histórica, pero muchos científicos afirman ahora que es poco probable que los países se mantengan por debajo de ese umbral.
Pero el mundo ha logrado algunos progresos. Las energías renovables son ahora más baratas en la mayoría de los lugares que el carbón, el petróleo y el gas natural contaminantes.
Y si los países se ponen de acuerdo en hacer lo que han dicho hasta ahora, podrían evitar un calentamiento de algo más de un grado centígrado. Puede que no parezca mucho, pero cada décima de grado importa cuando se trata de los efectos sobre el clima catastrófico.
A diferencia del Acuerdo de París, o incluso del año pasado en Azerbaiyán, cuando los negociadores intentaban que los países se pusieran de acuerdo sobre cuánto deberían pagar los países ricos a los pobres para adaptarse al cambio climático, no se espera que las conversaciones de este año terminen con ningún nuevo acuerdo ambicioso.
En su lugar, los organizadores y analistas enmarcan la conferencia de este año como "la COP de la implementación". Quienes acudan a Belem con la pregunta "¿cuál es el acuerdo que va a salir de aquí?" están haciendo la pregunta equivocada", afirmó Christiana Figueres, antigua responsable de la ONU para el clima.