Brasil presenta en la COP30 los detalles de su fondo para preservar la selva tropical. La iniciativa recibe amplio apoyo a nivel mundial.
El año pasado, el Gobierno de Brasil propuso un plan para pagar a los países por preservar sus bosques tropicales. En los últimos meses, han estado ultimando los detalles y recabando apoyos.
Este jueves, en el marco de la COP30, desvelaron los esperados detalles del Tropical Forests Forever Facility (TFFF), que ya ha atraído compromisos por 5.500 millones de dólares (4.700 millones de euros).
¿Qué es el Tropical Forests Forever Facility?
El fondo es el proyecto estrella del presidente Luiz Inácio Lula da Silva mientras recibe a líderes mundiales a las puertas del Amazonas para COP30, un esfuerzo por atraer atención y financiación hacia la selva en peligro, clave para frenar el calentamiento global.
Financiado mediante deuda con interés en lugar de donaciones, el fondo, bautizado Tropical Forests Forever Facility, pretende invertir la lógica económica de la deforestación, haciendo más rentable para los Gobiernos conservar los árboles que talarlos. Brasil anunció una aportación de 1.000 millones de dólares (864,9 millones de euros) para ponerlo en marcha.
Aunque la destrucción de la selva aporta beneficios a ganaderos, mineros y madereros ilegales, Brasil confía en convencer a los países de que conservar los bosques ofrece mayores réditos para todo el mundo al absorber grandes cantidades de emisiones que calientan el planeta.
Mediante inversiones en activos a tipo fijo, el fondo aspira a emitir 25.000 millones de dólares (21.600 millones de euros) de deuda en sus primeros años, para apalancarlos hasta un fondo de 125.000 millones de dólares (108.100 millones de euros) con el que pagar a países en desarrollo por proteger sus selvas tropicales.
Una lista de más de 70 países con gran cobertura forestal, del Congo a Colombia, podrá recibir pagos siempre que mantenga la deforestación por debajo de un umbral fijado. Los países que no protejan sus bosques verán sus desembolsos reducidos de forma punitiva por cada hectárea destruida. Las normas del fondo también establecen que el 20% del dinero se destine a los pueblos indígenas.
"Estas iniciativas demuestran un cambio enorme y bienvenido al reconocer el papel central que desempeñan los pueblos indígenas, los afrodescendientes y las comunidades locales en la protección de los bosques que nos sostienen", dijo Wanjira Mathai, directora gerente para África y Alianzas Globales en la organización de investigación World Resources Institute. "Estos compromisos pueden ser transformadores, pero solo si los Gobiernos convierten estas palabras en hechos".
¿Qué papel tiene Europa?
Noruega comprometió 3.000 millones de dólares (2.590 millones de euros), el mayor anuncio del día, lo que alimenta la esperanza de que las ambiciones de Lula se hagan realidad. Pero la letra pequeña del anuncio de Noruega, condicionada a que Brasil recaude en torno a 9.800 millones de dólares (8.470 millones de euros) en otras aportaciones, ha aumentado la presión sobre Brasil para cumplir.
Otros compromisos incluyen 500 millones de dólares (432 millones de euros) de Francia, además de 5 millones de dólares (4,3 millones de euros) de Países Bajos y 1 millón de dólares (865.000 euros) de Portugal, destinados a los costes de puesta en marcha.
Las autoridades dijeron que esperaban conocer la aportación de Alemania el viernes. El primer ministro británico, Keir Starmer, expresó su apoyo a la iniciativa el jueves, pero evitó comprometer fondos.
Brasil también confía en la participación del sector privado una vez que el fondo alcance los 10.000 millones de dólares (8.650 millones de euros), considerado suficiente para empezar a preparar emisiones de bonos. Preguntado el jueves por posibles preocupaciones, el ministro de Clima de Noruega, Andreas Bjelland Eriksen, dijo que consideraba que los riesgos del fondo eran "gestionables".
El respaldo de casi 50 países es alentador, señala Mirela Sandrini, directora ejecutiva interina en World Resources Institute Brasil. "De la Amazonia al Congo y el Sudeste Asiático, los bosques que nos sostienen a todos están en alerta roja global", afirmó.
"Si suficientes países aportan, este nuevo mecanismo puede marcar un antes y un después, cambiando la economía de la deforestación al hacer que los bosques en pie sean más rentables que su tala".
¿Es suficiente para frenar la deforestación?
Zoe Quiroz Cullen, de la organización conservacionista Fauna & Flora, elogió el programa y recalcó la necesidad de que los Gobiernos actúen con rapidez.
"El cambio climático y la pérdida de naturaleza están en un punto crítico, y debemos aprovechar todas las oportunidades para canalizar financiación hacia soluciones basadas en la naturaleza de alta integridad", afirma. "Por supuesto, hay aspectos que pulir, pero ahora mismo, y no puedo insistir lo suficiente, el mayor riesgo es la demora".
Con todo, algunas organizaciones sin ánimo de lucro consideran que la iniciativa se queda corta y antepone el lucro a las personas. Discrepan de la idea de poner precio a la naturaleza.
"Aunque el TFFF reconoce el papel de los pueblos tradicionales, sigue siendo parte de la financiación de la naturaleza, un modelo que no ha logrado frenar la deforestación ni proteger a las comunidades y que en su lugar prioriza el beneficio", afirma Lise Masson, de Friends of the Earth International.
"En lugar de saldar la deuda climática histórica o asegurar los derechos sobre la tierra, el TFFF profundiza la dependencia y ata la política ambiental a los intereses del mercado bajo el control del Banco Mundial".
Eduardo Raguse, de Amigas da Terra Brasil, compartió estos planteamientos y reclamó derechos sobre la tierra, reparaciones y la cancelación de la deuda en vez de otro esquema financiero.
"Poner precio a los bosques es solo colonialismo con otro traje", dice. "El TFFF entrega el control de nuestros territorios a los mismos bancos y Gobiernos que impulsaron la deforestación en primer lugar, mientras obliga al Sur Global a garantizar beneficios para el Norte".