Entre satélites interceptados y armas espaciales en órbita, el espaciose presenta como la próxima frontera en la lucha por el dominio mundial.
Este año, mientras Rusia celebraba su desfile del Día de la Victoria, piratas informáticos que apoyan al Kremlin se hacían con el control de un satélite orbital que da servicio de televisión a Ucrania.
En lugar de la programación normal, los espectadores ucranianos pudieron ver imágenes del desfile transmitidas desde Moscú: oleadas de tanques, soldados y armamento. El mensaje pretendía intimidar, pero también ilustraba que la guerra del siglo XXI no sólo se libra en tierra, mar y aire, sino también en el ciberespacio y en los confines de la estratosfera.
Sin utilizar una sola bala, inutilizar un satélite puede suponer un golpe devastador para la defensa de cualquier país y puede lograrse simplemente atacando su software de seguridad o interrumpiendo su capacidad de enviar o recibir señales desde la Tierra.
"Si se puede inutilizar la capacidad de comunicación de un satélite, se puede causar una interrupción significativa", asegura Tom Pace, director ejecutivo de NetRise, una empresa de ciberseguridad centrada en la protección de las cadenas de suministro. "Piense en el GPS; imagínese que una población no tuviera acceso a él y la confusión que causaría".
Los satélites, un reto a corto plazo
Más de 12.000 satélites en funcionamiento orbitan actualmente sobre el planeta, desempeñando un papel fundamental no sólo en las comunicaciones de radiodifusión, sino también en las de operaciones militares, los sistemas de navegación, la recopilación de informes de inteligencia y, a nivel económico, de las cadenas de suministro.
También son fundamentales, por ejemplo, para la detección temprana de lanzamientos de misiles, lo que resulta fundamental para poder alertar a la población de la amenaza de un bombardeo.
Esto las convierte en una importante vulnerabilidad para la seguridad nacional y, cada vez más, en un objetivo prioritario para cualquiera que busque socavar la economía o la preparación militar de un adversario, o asestar un golpe psicológico, como hicieron los hackers que apoyaban a Rusia cuando interceptaron las señales de televisión en Ucrania.
Los piratas informáticos suelen buscar el eslabón más débil en el software o hardware de un satélite, que entre otras cosas controla sus comunicaciones con la Tierra. El dispositivo en órbita puede tener sistemas de seguridad, pero si opera con una programación obsoleta, puede ser fácilmente explotado.
Cuando las fuerzas rusas invadieron Ucrania en 2022, alguien atacó cibernéticamente Viasat, la empresa de satélites con sede en Estados Unidos utilizada por el gobierno y el ejército ucranianos. El pirateo, del que Kiev culpó a Moscú, recurrió a software malicioso para infectar decenas de miles de módems, provocando un apagón que afectó a amplias franjas de Europa.
Funcionarios de seguridad nacional afirman que Rusia está desarrollando un arma nuclear con base en el espacio, diseñada para destruir prácticamente todos los satélites en órbita baja a la vez. El arma combinaría un ataque físico que se extendería hacia el exterior, destruyendo más satélites, mientras que el componente nuclear se utilizaría para freír sus componentes electrónicos.
En caso de desplegarse, este arma violaría el tratado internacional que prohíbe el uso de armas de destrucción masiva en el espacio.
Según el congresista estadounidense Mike Turner, un arma de este tipo podría incluso inutilizar la órbita terrestre baja para satélites durante un año. Si se utilizara, los efectos serían devastadores: podría dejar a Washington y a sus aliados expuestos a disrupciones económicas e incluso a un ataque nuclear.
Rusia y China también perderían satélites, aunque se cree que dependen menos de este tipo de satélites. Turner comparó el arma, que aún no está lista para su despliegue, con el Sputnik, el satélite que la entonces Unión Soviética lanzó en 1957, en los albores de la era espacial.
"Si este arma nuclear antisatélite se desplegara en el espacio, sería el fin de la era espacial", vaticinó Turner. "Nunca debería permitirse que su despliegue en el espacio exterior. Sería la crisis de los misiles cubanos en el espacio".
Explotar la Luna y más allá
Los valiosos minerales y otros materiales que se encuentran en la Luna y en los asteroides podrían dar lugar a futuros conflictos, ya que las naciones buscan explotar nuevas tecnologías y fuentes de energía.
Sean Duffy, director en funciones de la agencia espacial estadounidense NASA, anunció este mes planes para enviar un pequeño reactor nuclear a la Luna, afirmando que es importante que Estados Unidos lo haga antes que China o Rusia. La Luna es rica en un material conocido como helio 3, que los científicos creen que podría utilizarse en la fusión nuclear para generar enormes cantidades de energía.
Aunque aún faltan décadas para que se desarrolle esa tecnología, el control de la Luna en los años venideros podría determinar qué países emergen como superpotencias, según Joseph Rooke, un experto en ciberseguridad afincado en Londres que ha trabajado en la industria de defensa británica y ahora es director de información sobre riesgos en la empresa Recorded Future.
El final de la Guerra Fría detuvo temporalmente muchas inversiones en el espacio, pero es probable que la competencia aumente a medida que la promesa de explotar la Luna se haga realidad.
"Esto no es ciencia ficción; se está convirtiendo rápidamente en una realidad", afirma, convencido, Rooke. "Si se dominan las necesidades energéticas de la Tierra, se acabó el juego".
China y Rusia han anunciado planes para construir sus propias centrales nucleares en la Luna en los próximos años, mientras que Estados Unidos planea misiones a la Luna y Marte. Es probable que la inteligencia artificial (IA) acelere la competencia, al igual que la demanda de la energía que requiere la IA.
A pesar de sus avances en el espacio exterior, China se opone a cualquier carrera armamentística extraterrestre, según Liu Pengyu, portavoz de la embajada china en Washington. Afirma, además, que es Estados Unidos quien amenaza con militarizar la última frontera. "EE.UU. ha seguido reforzando su presencia militar en el espacio, ha creado alianzas militares espaciales e intenta convertir el espacio en un campo de batalla", afirmó Liu.