Una nueva revisión general ha hallado vínculos directos entre los alimentos ultraprocesados y los malos resultados para la salud, relacionados con enfermedades cardiovasculares y trastornos mentales.
PUBLICIDADLos alimentos ultraprocesados están relacionados con 32 efectos adversos para la salud, entre ellos enfermedades cardiovasculares, cáncer y diabetes de tipo 2. Así se desprende de un amplio estudio publicado en el British Medical Journal (BMJ), que se suma a la creciente investigación sobre los perjuicios de los alimentos que suelen incluir cinco o más ingredientes y varios aditivos.
Entre los alimentos ultraprocesados más comunes están los helados, las patatas fritas, los cereales de desayuno, los yogures de sabores y las galletas, según la Asociación Británica del Corazón. Un equipo internacional de investigadores de Australia, EE.UU., Francia e Irlanda contribuyó a la revisión general de 45 análisis que incluían una población total de 9,8 millones de participantes.
"Se trata de una importante revisión que nos ofrece datos recientes de alto nivel que exigen un debate político claro y, en última instancia, la adopción de medidas para dejar claro a la población qué alimentos son ultraprocesados y perjudiciales para la salud", afirmó en un comunicado Amelia Lake, profesora de nutrición en salud pública de la Universidad de Teesside que no participó en el estudio.
"Es un debate vivo y animado, pero tenemos sólidos conocimientos sobre los efectos nocivos para nuestra salud de las dietas ricas en grasas, azúcares y sal". "Se trata de una investigación de buena calidad que reúne pruebas recientes (de menos de tres años); siempre hay problemas sobre cómo se recogen los datos dietéticos, pero los autores han revisado las pruebas y han calificado su calidad", añadió.
Nocivo para la mayoría
En un editorial vinculado, Carlos Monteiro, profesor de la Universidad de Sao Paulo (Brasil), escribió que los autores descubrieron que "las dietas ricas en alimentos ultraprocesados pueden ser perjudiciales para la mayoría -quizá todos- los sistemas corporales".
Añadió que estos alimentos no son "meramente modificados", sino que a menudo incluyen "ingredientes baratos químicamente manipulados", como almidones, azúcares y grasas modificados, con pocos alimentos integrales.
"No existe ninguna razón para creer que el ser humano pueda adaptarse plenamente a estos productos. El organismo puede reaccionar ante ellos como inútiles o perjudiciales, por lo que sus sistemas pueden verse perjudicados o dañados, dependiendo de su vulnerabilidad y de la cantidad de alimentos ultraprocesados consumidos", añadió Monteiro.
Según los autores, estos alimentos forman parte cada vez más de las dietas de todo el mundo y representan más de la mitad de la ingesta calórica diaria en EE.UU. y el Reino Unido.
"Observamos que la tendencia sistemática que relaciona los alimentos ultraprocesados con los malos resultados en materia de salud es suficiente para justificar el desarrollo y la evaluación de estrategias políticas y de salud pública dirigidas por los gobiernos con el objetivo de centrarse en la exposición dietética a los alimentos ultraprocesados y reducirla", afirmó Melissa Lane, autora principal del estudio de la Universidad de Deakin, en una publicación en las redes sociales.
Los investigadores también evaluaron la credibilidad de las pruebas de los análisis. Descubrieron que las pruebas más sólidas revelaban vínculos directos entre el consumo de alimentos ultraprocesados y un mayor riesgo de mortalidad relacionada con enfermedades cardiovasculares, problemas de salud mental, obesidad y diabetes de tipo 2.
Señalaron que se necesitan más ensayos controlados aleatorios para determinar la causalidad, y afirmaron que este tipo de revisión general tiene varias limitaciones. La inclusión de investigaciones con diferentes métodos de evaluación de la dieta, por ejemplo, conlleva "un inevitable sesgo de medición".
También señalaron que algunos alimentos ultraprocesados pueden presentar un riesgo mayor que otros, pero afirmaron que, en general, estos alimentos se relacionan sistemáticamente con un mayor riesgo de enfermedades crónicas.