El retraso invernal del reloj es mucho menos perturbador que el cambio primaveral, que se ha relacionado con picos de infartos y accidentes de tráfico.
Cada año, cuando los relojes retroceden en octubre, millones de personas celebran una hora extra de sueño. Pero, ¿en qué medida afecta realmente este pequeño cambio a nuestro cuerpo, nuestro sueño y nuestro estado de ánimo?
Según los expertos, la transición otoñal es mucho más suave que el cambio primaveral, pero no es del todo inocua. El cambio altera sutilmente nuestro ritmo circadiano, el reloj interno de 24 horas que regula el sueño, el estado de alerta, la producción de hormonas y el estado de ánimo.
Entender el ritmo circadiano
Los efectos del cambio de hora tienen su origen en nuestros ritmos circadianos, el reloj interno de 24 horas del cuerpo que regula el sueño, el estado de alerta, la producción de hormonas y el estado de ánimo.
"Hay un reloj circadiano en cada célula del cuerpo, pero también hay un reloj principal: un grupo de neuronas en el cerebro que sigue automáticamente la luz, el amanecer, el atardecer y la oscuridad a través de señales de los ojos", explica a 'Euronews Health' Timo Partonen, profesor asociado de psiquiatría en la Universidad de Helsinki. "El buen funcionamiento de este reloj afecta a lo bien que dormimos y a lo bueno o malo que es nuestro estado de ánimo. Por eso es tan importante", añadió.
¿Qué es el horario de verano?
El horario de verano consiste en adelantar una hora los relojes en primavera y retrasarlos en otoño para prolongar la luz diurna. La mayor parte de Europa, Norteamérica, partes de África y Asia siguen este sistema.
Este año, los relojes se retrasarán el domingo 26 de octubre. Aunque muchos agradecen la hora extra, el cambio sigue alterando nuestro ritmo interno, y algunas personas lo notan más que otras.
"En general, a pesar de las quejas por el oscurecimiento de las tardes, el de otoño suele percibirse como menos doloroso", explica a 'Euronews Health' el profesor Malcolm von Schantz, cronobiólogo de la Universidad de Northumbria.
"A quienes no les gusta el cambio otoñal se quejan sobre todo de que de repente se hace de noche al salir del trabajo. Pero hay dos razones para ello. En primer lugar, simplemente refleja el lugar donde vivimos: en esa época del año, no hay suficientes horas de luz para que tanto las mañanas como las tardes sean luminosas. No es consecuencia del cambio de hora, sino de la geografía.
"En segundo lugar, y de forma menos intuitiva, es que biológica y fisiológicamente, la luz de la mañana es mucho más importante para nosotros", dijo. Partonen se mostró de acuerdo: "El cambio de reloj en otoño es más fácil de adaptar porque nos da una hora más al día. Es más fácil para el reloj circadiano principal adaptarse a este nuevo horario". Sin embargo, advirtió de que, al principio, el sueño puede no resultar tan reparador como durante los meses de verano.
También existe el riesgo de que la gente no aproveche la hora extra para dormir, sino que se quede despierta hasta más tarde y siga acumulando deuda de sueño". El cambio podría ser una oportunidad para recuperar el descanso, pero la mayoría de la gente no lo aprovecha así", afirma.
Cómo puede afectar el cambio de hora a nuestro organismo
El cambio de hora en primavera -que roba una hora de sueño- se ha relacionado con picos a corto plazo de accidentes de tráfico, pérdida de sueño e infartos (un estudio citado por la Fundación Americana del Corazón descubrió que había un aumento del 24% de infartos al día siguiente del cambio al horario de verano). Pero el cambio de octubre puede tener efectos más sutiles.
Un estudio realizado en 2025 por la Universidad John Moores de Liverpool y la Universidad de Oxford descubrió que las mujeres eran más propensas que los hombres a manifestar un aumento de la preocupación, la confusión y el estrés en los días posteriores al cambio de hora. Las alteraciones en las rutinas de los niños, como acostarse más tarde o tener dificultades para despertarse, también contribuyeron al estrés en los hogares.
Estudios sanitarios más amplios sugieren que los cambios de reloj frecuentes pueden conllevar riesgos más graves a largo plazo. Un análisis reciente realizado por científicos de Stanford Medicine descubrió que los cambios de reloj bianuales pueden provocar mayores tasas de ictus y obesidad. El estudio comparó tres políticas -horario estándar permanente, horario de verano permanente y el actual cambio bianual- y concluyó que los cambios de hora estacionales son la peor opción.
Mediante la modelización de la exposición a la luz, la alineación circadiana y los resultados en materia de salud en todo Estados Unidos, los investigadores calcularon que la adopción del horario estándar permanente podría prevenir unos 300.000 accidentes cerebrovasculares al año y reducir la obesidad en 2,6 millones de personas. Según la investigación, el horario de verano permanente lograría aproximadamente dos tercios de ese beneficio.
Cómo mantener un patrón de sueño regular
Mantener un patrón de sueño constante es uno de los aspectos más importantes -y a menudo ignorados- de nuestra salud a largo plazo. "Sabemos que es importante, y también que nuestro cuerpo puede soportar cierta irregularidad. Pero por los datos epidemiológicos sabemos que para la salud a largo plazo es mejor minimizar las fluctuaciones", explicó Schantz.
Schantz describió el hábito moderno de recuperar el sueño los fines de semana, conocido como 'jet lag social', como biológicamente perjudicial. "Muchos de nosotros nos levantamos temprano entre semana y dormimos hasta tarde los fines de semana, es decir, cambiamos nuestro horario como si viajáramos a otra zona horaria el viernes y volviéramos el lunes. Este patrón tiene los mismos efectos negativos a largo plazo que la exposición frecuente al desfase horario", afirma.
Un estudio publicado en el Journal of Epidemiology & Community Health descubrió que las personas con ciclos irregulares de sueño-vigilia tenían un riesgo un 26% mayor de sufrir accidentes cardiovasculares graves, como infartos de miocardio y accidentes cerebrovasculares, aunque durmieran las 7-9 horas recomendadas por noche.
¿Hay que replantearse el horario de verano?
Muchos científicos y organizaciones del sueño -incluida la Sociedad Británica del Sueño, que hizo una declaración oficial al respecto el año pasado- son partidarios de poner fin a los cambios bianuales del reloj en favor de un horario estándar permanente. En este sentido, el presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez, ha defendido en Bruselas que adelantar y atrasar los relojes dos veces al año ya no genera ahorro energético y provoca efectos negativos sobre la salud.
La Unión Europea propuso poner fin a los cambios de reloj estacionales en 2018, y aunque el Parlamento Europeo lo apoyó en principio, los Estados Miembros no pudieron ponerse de acuerdo sobre si adoptar una hora estándar permanente o la hora de verano.
Por ahora, el reloj sigue avanzando y retrocediendo cada año. Los expertos coinciden en que aprovechar la hora extra para descansar de verdad -en lugar de trasnochar- puede ayudar a suavizar la transición. "Acuéstese temprano", aconseja la Dra. Partonen.
"Si el cambio de hora se produce en la noche entre el sábado y el domingo, acuéstese a su hora habitual -o un poco antes- el sábado. Así podrá aprovechar la hora extra para dormir y reducir la privación de sueño".