En Filipinas, un gupo de católicos celebra el viernes de Pascua protagonizando una recreación de la crucifixión de Jesucristo.
Una radical manera de expiar sus pecados, lograr curas milagrosas para enfermedades o dar gracias a Dios.
El Vaticano ha expresado su desaprobación de esta práctica que mezcla devoción católica con creencias populares.