Un cuadro del artista barroco Peter Paul Rubens, desaparecido durante siglos, se vendió por 2,3 millones de euros en una subasta en Versalles.
La obra, hallada en una vivienda privada de París, representa la crucifixión de Jesucristo y durante mucho tiempo se consideró que procedía de un taller de Rubens.
Las pruebas científicas y el análisis de expertos confirmaron su autenticidad, al identificar pigmentos propios del pintor.
Aunque algunos elementos pudieron ser ejecutados por otros, los especialistas señalaron que la figura central es una obra maestra original de Rubens.