La ciudad más cercana, Grindavík, fue evacuada en noviembre tras registrarse una fuerte actividad sísmica que amenazaba con una erupción inminente. Ante esta situación, la principal preocupación de las autoridades parecía ser la contaminación por gases emanados de las chimeneas volcánicas.
Un día después de la erupción de un volcán en la península de Reykjanes, el magma sigue brotando y llenando de calor y luz el sudoeste de Islandia.
La Oficina Meteorológica del país nórdico estima que en los primeros instantes de la erupción del lunes fluyeron cientos de metros cúbicos de lava por segundo. Varias horas después, la actividad volcánica había disminuido significativamente.
La ciudad más cercana, Grindavík, fue evacuada en noviembre tras registrarse una fuerte actividad sísmica que amenazaba con una erupción inminente. Ante esta situación, la principal preocupación de las autoridades parecía ser la contaminación por gases emanados de las chimeneas volcánicas.
Los gases podrían llegar pronto a la capital de Islandia, Reikiavik, situada a 42 kilómetros al nordeste de Grindavík. De hecho, en la zona, los ciudadanos pueden percibir el olor a humo y ceniza, pero los vulcanólogos no parecen muy preocupados por ello.
"Detrás de mí tenemos la nueva aportación de Islandia, que comenzó anoche, y poco a poco se está tranquilizando. Pero, esto, podría durar mucho tiempo, o quizá, podría durar poco tiempo. ¡Quién sabe!", señalaba Helga Torfadottir, vulcanóloga de la Universidad de Islandia, en la zona en la que se encuentra el volcán.
La erupción volcánica más perturbadora de los últimos tiempos fue la de 2010, cuando el volcán Eyjafjallajökull arrojó enormes nubes de ceniza a la atmósfera y provocó el cierre generalizado del espacio aéreo de Europa.