El cráter nororiental del Etna ha iluminado el cielo invernal de Sicilia con un renovado estallido de actividad estromboliana.
Las erupciones, visibles incluso desde las pistas de esquí cercanas, han ofrecido a turistas y residentes un raro espectáculo nocturno. A las 00:45 del sábado, un terremoto de magnitud 2,4 sacudió la zona del Etna a 32 kilómetros de profundidad, otra señal del estado inquieto del volcán.
Los expertos señalan que esta fase de actividad, aunque no es inusual en el Etna, se mantiene bajo estrecha vigilancia.
La última vez que este cráter concreto produjo una fuente de lava fue en 1998, lo que convierte la erupción de este fin de semana en un claro recordatorio de la constante vitalidad del Etna.