Para casi la mitad de la población mundial, el concepto de televisión ya es más sinónimo de plataformas de 'streaming' que del televisor del salón.
El 21 de noviembre se celebra el Día Mundial de la Televisión, aunque el concepto de "sentarse a ver la tele" se vuelve cada año más abstracto. Cada vez menos familias se reúnen ante una sola pantalla para hacer 'zapping' entre canales porque más gente prefiere sus programas bajo demanda y en la pantalla del ordenador. Es la era de la tele... sin la tele. En los últimos 10 años han desaparecido las pequeñas "molestias" que hacían de ver televisión una experiencia propia. El engorro de esperar a que tu programa se emitiera se lo llevó el 'streaming'.
Y ya ni hace falta pasar de canal en canal para descubrir novedades, muchos prefieren plataformas impulsadas por algoritmos que ofrecen recomendaciones personalizadas en función del historial y las preferencias, además de toda la información que tu navegador recoge en secreto.
Para aproximadamente el 50% de la población mundial, el concepto de "tele" es sinónimo de sitios como Netflix, 'HBO' y YouTube, no del aparato del salón. Esto ha convertido el visionado casual en una experiencia muy ajustada, el 80% de los títulos vistos en Netflix se eligen por sugerencias del algoritmo y no por búsquedas del usuario. La televisión ya no es una programación compartida y sujeta a horarios, ahora es un menú en constante adaptación de programas y clips seleccionados para cada espectador. Y no es lo único que ha cambiado.
El 'streaming' como norma
Lo que nació como servicio complementario (Netflix enviaba DVDs por correo y YouTube alojaba vídeos de aficionados) ha evolucionado hasta convertirse en el ecosistema dominante para series, películas, documentales, deporte en directo y más. Mientras en 2015 la televisión tradicional (cable, satélite, emisión en abierto) aún concentraba la mayor parte de la audiencia, para 2025 el 'streaming' supone más del 60% del tiempo total de televisión en muchos mercados occidentales. Las cadenas de siempre han lanzado sus propias aplicaciones (por ejemplo, Peacock, Max, Paramount+) para competir por la atención frente a Netflix y compañía.
Y el 'streaming' trajo consigo un nuevo hábito, el atracón de capítulos. En 2015, la mayoría de las series se estrenaban semana a semana, de modo que los espectadores seguían las narrativas de forma gradual, algo bueno para las charlas de oficina, es decir, para crear momentos culturales compartidos en torno a episodios y finales. Pero para 2025 ese ritmo se ha roto. Las plataformas han acostumbrado al público a la inmediatez, las temporadas completas se publican de una vez y es habitual terminarlas en un fin de semana o de una sentada.
Las encuestas muestran que más del 70% de los espectadores se declara habitual de los maratones, consumen tres o más episodios seguidos. Esto, a su vez, ha influido en el modelo de negocio, los guionistas estructuran ahora los episodios partiendo de que el público no esperará una semana entre uno y otro, y las plataformas incorporan funciones como la reproducción automática para mantener la atención.
La tele sin el televisor
Para 2025, "ver la tele" puede significar sacar el móvil en el trayecto al trabajo o verla en una tableta desde la cama. Ya no es un concepto físico, sino un tipo de contenido. Desde 2015, millones de hogares han dado de baja el cable o el satélite, alegando el precio, la falta de flexibilidad y mejores opciones en otros servicios. Para 2025, menos del 50% de los hogares en muchos países siguen abonados a la televisión de pago, y las audiencias más jóvenes a menudo prescinden de ella por completo.
Al mismo tiempo, el auge de los dispositivos conectados significa que móviles, tabletas, portátiles y televisores inteligentes son ya pantallas intercambiables para consumir programas, las encuestas señalan que el visionado de vídeo en el móvil supone más del 70% de las reproducciones globales.
El auge de las segundas pantallas
Quizá el cambio más insidioso es que ver la tele ya no es una actividad de atención única, la mayoría de espectadores, en especial los menores de 40 años, practica lo que se conoce como segunda pantalla, usar el móvil o la tableta mientras la televisión está puesta. Aproximadamente el 85-90% de los espectadores afirma usar otro dispositivo mientras ve la televisión. Los productores lo saben y, como ocurre con los maratones, esto ha influido en la producción y el diseño del contenido, con más escenas que invitan a pausar, más subtítulos y una simplificación general de los diálogos para que la acción se entienda aunque se preste menos atención.
Las producciones internacionales toman la delantera
No todos los cambios son negativos en términos cognitivos. En 2015, el consumo de televisión era todavía mayoritariamente nacional. Aunque algunas series internacionales lograban abrirse paso, la mayoría del público se quedaba con contenido producido en su propio país. Los subtítulos y el doblaje eran barreras, y los éxitos globales la excepción, no la norma. Pero para 2025 esta tendencia se ha invertido. Gracias a las plataformas de 'streaming' con alcance mundial, el contenido global es ahora la norma. Ahí están los éxitos de 'El juego del calamar' o 'La casa de papel', posibles gracias al 'streaming'.