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Residuos de minería marina rompen las cadenas tróficas y amenazan la pesca mundial, advierte estudio

Las mojarras comunes nadan en el área protegida del Parque Nacional de Porquerolles, en Francia.
Sargos comunes nadan en la zona protegida del Parque Nacional de Porquerolles, en Francia. Derechos de autor  AP Photo/Annika Hammerschlag, File
Derechos de autor AP Photo/Annika Hammerschlag, File
Por ALEXA ST. JOHN con AP
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Científicos advierten de que los sedimentos de la minería en aguas profundas podrían dejar sin alimento a la vida marina diminuta, romper las cadenas tróficas y amenazar las pesquerías

Perforar en el océano a gran profundidad para extraer minerales puede tener enormes consecuencias para los diminutos animales que sostienen la vasta cadena trófica marina, y acabar afectando a las pesquerías y a la comida que llega a nuestros platos, según un nuevo estudio.

La minería en aguas profundas consiste en perforar el fondo marino para extraer 'nódulos polimetálicos' cargados de minerales críticos como el cobre, el hierro, el zinc y otros.

Aunque todavía no se explota de forma comercial, varios países impulsan operaciones en aguas profundas ante la creciente demanda de estos minerales para vehículos eléctricos y otros elementos de la transición energética, así como para usos tecnológicos y militares.

Los investigadores analizaron agua y residuos recogidos en una prueba de minería en aguas profundas en 2022.

Qué descubrió el estudio

Investigadores de la Universidad de Hawái estudiaron una zona del océano Pacífico conocida como la 'zona crepuscular', situada entre 200 y 1.500 metros bajo el nivel del mar. Sus conclusiones, revisadas por pares y publicadas el jueves en la revista científica 'Nature Communications', apuntan a que los residuos de la minería podrían afectar desde pequeñas gambas de menos de dos milímetros de longitud hasta peces de cinco centímetros.

Esto se debe a que, cuando las empresas extraen a la superficie los nódulos ricos en minerales, deben devolver al océano el exceso de agua de mar, el material del lecho marino y los sedimentos. Eso crea una pluma turbia de partículas de tamaño similar al de las partículas de alimento que se dan de forma natural y que el zooplancton que vive a esas profundidades ingiere.

Allí vive algo más de la mitad del zooplancton del océano. Si esos organismos ingieren las partículas de desecho, lo que el autor principal del estudio, Brian Popp, calificó de 'comida basura', eso afecta al 60% del micronekton que se alimenta del zooplancton.

Y esa desnutrición es un problema porque estos diminutos organismos son el alimento sobre el que se construye la cadena, lo que acaba afectando a peces de interés comercial como el mahi mahi o el atún.

"Los peces de superficie pueden bucear a gran profundidad, se alimentan de organismos que viven en esas capas", dijo Michael Dowd, autor principal del estudio y estudiante de posgrado en oceanografía.

"Si estos organismos de las capas profundas dejan de estar presentes porque su cadena trófica ha colapsado, eso puede impactar los niveles superiores de la cadena trófica y, en definitiva, los intereses comerciales".

Impacto en el agua y fuentes alternativas

Mientras otros trabajos han destacado los impactos ambientales negativos de la minería en aguas profundas de nódulos, el foco suele ponerse en el fondo marino. Este estudio analiza las aguas intermedias.

Los investigadores señalaron que hace falta más trabajo para evaluar la calidad y la profundidad adecuadas a las que el agua sucia y los sedimentos de la minería marina deberían devolverse al océano.

Pero advirtieron que devolver los excedentes directamente al fondo marino o a otras profundidades puede ser igual de perturbador para el medio ambiente que hacerlo en la 'zona crepuscular', aunque de otra forma.

Popp señaló que quizá no sea necesario excavar en el océano profundo y apuntó a fuentes alternativas de metales, como el reciclaje de baterías y dispositivos electrónicos, o el aprovechamiento de residuos y estériles mineros.

"Si solo una empresa explota en un solo punto, no va a afectar a una gran pesquería. No va a afectar a una gran cantidad de agua. Pero si muchas empresas explotan durante muchos años y vierten mucho material, esto se extenderá por la región", dijo Dowd.

"Y cuanto más se explote, mayor puede ser el problema".

La situación de la minería en aguas profundas

Puede que no sea viable detener sin más la minería oceánica. La Autoridad Internacional de los Fondos Marinos, que regula la actividad minera más allá de la jurisdicción nacional, ya ha otorgado varios contratos de exploración.

En Estados Unidos, el presidente Donald Trump ha mostrado interés en operaciones de minería en aguas profundas en medio de tensas negociaciones comerciales con China que han limitado el acceso estadounidense a la amplia gama de minerales críticos de ese país.

En abril, Trump firmó una orden ejecutiva que ordena a la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica agilizar los permisos para que las empresas exploten el fondo marino, y en mayo la Administración dijo que estudiaría vender concesiones para extraer minerales frente a la isla de Samoa Americana, en el Pacífico sur. El mes pasado, la NOAA remitió a la Casa Blanca un borrador de norma para agilizar las operaciones.

Los grupos ecologistas se han pronunciado contra la minería en aguas profundas, alegando no solo el daño directo a la fauna y a zonas del mar, sino también la alteración del dióxido de carbono que calienta el planeta, actualmente secuestrado en el océano y en su fondo.

La pregunta es si merece la pena unos pocos minerales si ello puede destruir la manera en que funcionan los océanos
Sheryl Murdock
Investigadora posdoctoral de aguas profundas en la Universidad Estatal de Arizona

"El estudio deja claro que los impactos no se limitarían necesariamente a la profundidad a la que se libera la pluma", dijo Sheryl Murdock, investigadora posdoctoral de aguas profundas en la Universidad Estatal de Arizona que no participó en el estudio.

"La pregunta es si merece la pena unos pocos minerales si ello puede destruir la manera en que funcionan los océanos".

Diva Amon, bióloga marina e investigadora posdoctoral en la Universidad de California en Santa Bárbara, elogió el trabajo por analizar las posibles consecuencias.

"Todo esto podría derivar en enfermedades en especies, desplazamientos de especies y muerte de especies. Y, según la escala, podría acarrear repercusiones más graves, como extinciones", dijo Amon, que no participó en el estudio, aunque ha trabajado anteriormente con algunos de los investigadores.

"Aún hace falta mucha investigación para poder tomar una decisión informada sobre cómo gestionar esta industria, si llega a arrancar, de modo que se eviten, en esencia, daños graves al océano y a su ecosistema".

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