Los beneficios protectores del ejercicio empiezan a disminuir a medida que aumentan los niveles de contaminación del aire en los barrios, según un estudio.
Los beneficios para la salud del ejercicio regular se reducen drásticamente en barrios con aire contaminado, sugiere un nuevo análisis.
Quienes se ejercitan con frecuencia tienen un menor riesgo de muerte en general, pero la exposición a altos niveles de contaminación atmosférica puede mermar esa protección con el tiempo, en particular frente al cáncer y las enfermedades del corazón, según el estudio, publicado en la revista 'BMC Medicine'.
Los resultados indican que la actividad física es beneficiosa para la salud incluso en zonas contaminadas, pero mejorar la calidad del aire podría maximizar estos beneficios, señalaron los investigadores.
"Nuestro estudio muestra que el aire tóxico puede, en cierta medida, bloquear los beneficios del ejercicio, aunque no los elimina", dijo Andrew Steptoe, uno de los autores del estudio y profesor de psicología y epidemiología en University College London (UCL).
"Los hallazgos son una prueba más del daño que la contaminación por partículas finas puede causar a nuestra salud", añadió en un comunicado.
El equipo de Steptoe analizó datos de más de 1,5 millones de adultos seguidos durante más de diez años en el Reino Unido, Dinamarca, Estados Unidos, Taiwán y China.
Los investigadores se centraron en un tipo de contaminación del aire conocido como partículas finas, o PM2,5. Estas partículas, que proceden de la quema de carbón y otros combustibles fósiles, de las emisiones de vehículos, de la quema de residuos y de otras fuentes, son tan diminutas que pueden cruzar la barrera hematoencefálica y afectar al corazón y a los pulmones.
Quienes practicaban al menos dos horas y media de ejercicio moderado o vigoroso a la semana tenían una probabilidad de morir un 30% menor durante el periodo del estudio que quienes se ejercitaban con menos frecuencia.
Pero si vivían en zonas con niveles de contaminación por encima de 25 microgramos por metro cúbico de aire (μg/m³), la reducción del riesgo en las personas muy activas bajaba del 12% al 15%, según el estudio.
Los efectos protectores del ejercicio se diluían aún más con niveles de contaminación superiores a 35 μg/m³, un umbral en el que vive el 36% de la población mundial, según el estudio.
Otros trabajos han vinculado la contaminación del aire con enfermedades respiratorias y del corazón, así como con trastornos neurológicos como la enfermedad de Parkinson y la demencia.
"No queremos desanimar a la gente a hacer ejercicio al aire libre", dijo Paola Zaninotto, una de las autoras del estudio y profesora de estadística médica y social en University College London (UCL).
"Consultar la calidad del aire, elegir rutas más limpias o bajar la intensidad en días contaminados puede ayudar a obtener el máximo beneficio para la salud de su ejercicio", añadió.
El estudio tiene algunas limitaciones, en particular que la mayor parte del análisis se realizó en países ricos. Esto significa que los resultados pueden no aplicarse a regiones de menor renta donde la contaminación del aire es aún mayor.
Los investigadores tampoco disponían de datos sobre la calidad del aire interior ni sobre las dietas de las personas, algo que también podría sesgar los resultados. No obstante, las conclusiones se mantuvieron incluso tras tener en cuenta factores como ingresos, educación, tabaquismo y estado de salud.
En conjunto, los investigadores afirmaron que los resultados respaldan los esfuerzos para mejorar la calidad del aire en todo el mundo.
"Creemos que el aire limpio y la actividad física son importantes para un envejecimiento saludable, por eso instamos a redoblar los esfuerzos para frenar los niveles de contaminación que dañan la salud", señaló Steptoe.