Cientos de manifestantes furiosos se congregaron el viernes frente al emblemático edificio de apartamentos Casa Orsola de Barcelona para impedir el desalojo de uno de sus inquilinos. El edificio se ha convertido en un símbolo de la crisis de la vivienda en Barcelona. Fue comprado en 2021 por un fondo de inversión y desde entonces los nuevos propietarios dejaron de renovar los contratos de alquiler a los residentes.
Los vecinos y los medios de comunicación han estado especulando con que los nuevos propietarios quieren convertir el edificio en apartamentos de lujo para alquileres de corta duración para turistas. El inquilino que se enfrenta al desalojo, Josep Torrent, lleva 23 años viviendo en su apartamento alquilado y, tras años de batallas legales, iba a ser desalojado el 31 de enero.
Sin embargo, la negociación judicial y la Policía decidieron posponer el desalojo alegando que no se podía llevar a cabo de forma segura debido a la protesta en el exterior. Se ha fijado una nueva fecha para la madrugada del martes 4 de febrero. Los manifestantes y activistas dijeron que intentarían evitar otro intento de desalojo. La falta de viviendas asequibles se ha convertido en una de las principales preocupaciones de España, reflejando la crisis de la vivienda en muchas partes del mundo.