Melissa ha batido récords de fuerza entre los huracanes atlánticos al tocar tierra en la isla de Jamaica, tanto en velocidad del viento como en presión barométrica. Ahora, amenaza Cuba.
El huracán Melissa, que ha azotado Jamaica este martes con vientos récord de 298 kilómetros por hora, se ha configurado como la tormenta perfecta, incluso para los estándares de la última década en un océano Atlántico sobrecalentado. El temporal, ahora amenaza Cuba.
De alguna manera, Melissa se ha librado tres condiciones meteorológicas que normalmente debilitan a los grandes huracanes. Aunque hoy en día hay más tormentas que se intensifican rápidamente -ganando 56 km/h de velocidad del viento en solo 24 horas-, Melissa consiguió una intensificación extremadamente veloz: ganó al menos 93 km/h en 24 horas.
Melissa tuvo una inusual segunda ronda de intensificación rápida que la llevó hasta los 282 km/h, según los científicos. "Ha sido una tormenta extraordinaria, una bestia", declara Phil Klotzbach, investigador de huracanes de la Universidad Estatal de Colorado.
Cuando tocó tierra, batió los récords de fuerza de los huracanes atlánticos que tocan tierra, tanto en velocidad del viento como en presión barométrica, que es una medida clave que utilizan los meteorólogos, explican Klotzbach y Brian McNoldy, investigador de huracanes de la Universidad de Miami.
La medición de la presión empata con la mortal tormenta del Día del Trabajo de 1935 en el estado de Florida, mientras que la velocidad del viento de 298 km/H igualó las marcas establecidas ese año y durante el huracán Dorian de 2019.
Normalmente, cuando se forman grandes huracanes, estos se vuelven tan fuertes que el viento que gira en torno a su ojo se vuelve tan intenso y cálido que la pared ocular crece, por lo que una parte se derrumba y forma una más grande. Según McNoldy, se trata de un ciclo de sustitución de la pared ocular que suele debilitar la tormenta temporalmente. Melissa nunca llegó a hacerlo, según McNoldy y Klotzbach.
Otra variable extraña es que Melissa estuvo mucho tiempo en la costa de la montañosa Jamaica antes de adentrarse en su interior. Normalmente, las montañas, incluso en las islas, desgastan a las tormentas.
El agua caliente es el combustible de los huracanes. Cuanto más caliente y profunda es el agua, mayor es la potencia de una tormenta. Pero cuando las tormentas se asientan sobre una zona durante un tiempo -como hizo Melissa durante días y días- suelen atraer corrientes frías de las profundidades, ahogando un poco su combustible.
Pero eso tampoco le ocurrió a Melissa según Bernadette Woods Placky, meteoróloga jefa de Climate Central. "El lunes por la mañana estábamos en el trabajo con nuestro equipo y vimos que las cifras empezaban a ascender de nuevo, a 282 km/h. Y de nuevo el martes a 298 km/h", dice Woods Placky. "Era una bomba".
Un factor clave es el agua caliente. McNoldy dice que algunas partes del océano bajo Melissa estaban 2°C más calientes que la media para esta época del año. Climate Central estima entre 500 y 700 veces más probable que el agua estuviera más caliente de lo normal debido al cambio climático. Un rápido análisis de Associated Press de los huracanes de categoría cinco que se han formado en el Atlántico en los últimos 125 años muestra un gran aumento reciente de estas tormentas de gran magnitud.
Entre 2016 y 2025 se han producido 13 tormentas de categoría cinco, tres de ellas este año. Hasta el año pasado, ningún otro período de 10 años alcanzó siquiera los dos dígitos. Alrededor del 29% de los huracanes de categoría cincode los últimos 125 años se han formado desde 2016.
McNoldy, Klotzbach y Woods Placky dicen que los registros de huracanes anteriores a la era moderna de los satélites no son tan fiables: algunas tormentas en el mar podrían haberse pasado por alto. Los sistemas de medición de la fuerza también han mejorado y cambiado, lo que podría suponer un factor añadido. También hubo un periodo entre 2008 y 2015 sin tormentas de categoría cinco en el Atlántico.
Aún así, la ciencia del clima predice que un mundo más cálido tendrá más tormentas catastróficas. "Cuando vemos que estas se forman sobre aguas extremadamente calientes, esto supone más combustible para que estas tormentas se intensifiquen rápidamente y empujen a nuevos niveles".
 
     
     
     
     
             
             
             
             
             
             
             
    