El nuevo presupuesto será más flexible para hacer frente a crisis imprevistas y se condicionarán al cumplimiento del Estado de derecho. "Es un presupuesto para una nueva era que está a la altura de la ambición de Europa y refuerza nuestra independencia", señaló Von der Leyen.
Ursula von der Leyen ha desvelado su esperada propuesta para el nuevo presupuesto de la Unión Europea, por valor de 2 billones de euros entre 2028 y 2034, lo que supone un considerable aumento respecto a los 1,21 billones de euros aprobados por los líderes en el verano de 2020.
"Es un presupuesto para una nueva era que está a la altura de la ambición de Europa", dijo la presidenta de la Comisión Europea el miércoles por la tarde, "que aborda los retos de Europa. Que refuerza nuestra independencia". Su proyecto remodela la estructura del presupuesto en torno a tres pilares principales:
- 865.000 millones de euros para agricultura, pesca, cohesión y política social.
- 410.000 millones de euros para competitividad, incluidas investigación e innovación.
- 200.000 millones de euros para acción exterior, incluidos 100.000 millones para Ucrania.
Aunque las contribuciones directas de los Estados miembros cubrirán la mayor parte del presupuesto, Von der Leyen también prevé nuevos impuestos a escala de la UE sobre los residuos eléctricos, el tabaco y los beneficios empresariales para que Bruselas pueda recaudar ingresos adicionales por su cuenta.
Todas las dotaciones financieras se condicionarán al cumplimiento del Estado de Derecho, un cambio clave como reacción al retroceso democrático en Hungría. "El Estado de Derecho es una obligación", dijo Von der Leyen. "Garantizaremos un gasto responsable y la plena rendición de cuentas".
La presentación del miércoles da el pistoletazo de salida oficial a una trifulca política entre los Estados miembros y el Parlamento Europeo que se prevé prolongada, agotadora y explosiva, ya que cada circunscripción lucha con uñas y dientes por conseguir dinero para sus prioridades.
La propuesta de Von der Leyen para el nuevo presupuesto plurianual está fuertemente marcada por la experiencia de su primer mandato al frente del poderoso Ejecutivo. Poco después de llegar a Bruselas, una figura en gran medida desconocida arrancada de Berlín, Von der Leyen tuvo que hacer frente a la pandemia de la COVID-19, que la obligó a diseñar un nuevo fondo de recuperación, reparar las cadenas de suministro y negociar contratos de vacunas en nombre de los 27 Estados miembros.
A continuación, tuvo que lidiar con las consecuencias de la invasión a gran escala de Ucrania por parte de Rusia, la escalada de los precios de la energía, una inflación récord, la feroz competencia de China y una serie de catástrofes naturales devastadoras.
Los drásticos aranceles del presidente estadounidense, Donald Trump, son el último capítulo de una serie de crisis consecutivas que han puesto las finanzas del bloque bajo una presión sin precedentes, desafiando seriamente la capacidad colectiva para responder a acontecimientos imprevistos.
Consciente de estas limitaciones, Von der Leyen ha reformado el presupuesto a largo plazo para hacerlo menos rígido y más flexible, dando a sus servicios un mayor margen de maniobra para desplegar el dinero en función de las siempre cambiantes circunstancias dentro y fuera de Europa.
"Es estratégico, más flexible y más transparente", dijo, calificándolo como el más "ambicioso" jamás propuesto por el Ejecutivo. La estrategia representa una ambiciosa ruptura con el pensamiento tradicional que sustenta el presupuesto, formalmente conocido como Marco Financiero Plurianual (MFP), que hasta ahora se ha basado en asignaciones claramente definidas para programas específicos gestionados por los departamentos especializados de la Comisión Europea.
Tres grandes pilares
Una de las modificaciones más llamativas de la propuesta de Von der Leyen es la fusión de las dos mayores dotaciones del presupuesto: la Política Agrícola Común (PAC), que engloba las subvenciones a los agricultores, y los fondos de cohesión. En lugar de ser entidades separadas, ambas se agruparán en el primer pilar: las Asociaciones Nacionales y Regionales, dotadas con 865.000 millones de euros en total.
Las dos dotaciones parecen notablemente reducidas en comparación con el presupuesto actual, en el que la PAC y la cohesión representan más del 60% de las asignaciones. El fuerte recorte será muy contestado por los países del sur, que temen cualquier reacción del sector agrícola, y por los del este, que dependen de la política de cohesión para salvar las distancias con los Estados miembros más ricos.
Al mismo tiempo, la reducción será aplaudida por los países occidentales y septentrionales, que siempre han abogado por centrarse más en las prioridades de hoy en día, como la acción por el clima, la defensa, la seguridad, la investigación, la innovación y las tecnologías de vanguardia.
Esta petición se vio reforzada el año pasado por el histórico informe del ex primer ministro italiano Mario Draghi, que reclamaba "cambios radicales" para invertir el declive constante de la competitividad del bloque y hacer frente a la intensa competencia de Estados Unidos y China.
La respuesta de Von der Leyen es otra novedad: el Fondo Europeo de Competitividad, dotado con 410.000 millones de euros. El fondo pretende aprovechar el capital privado para maximizar el efecto del dinero público, a menudo tachado de lamentablemente insuficiente.
El tercer pilar del proyecto de presupuesto combina todos los instrumentos de la Política Exterior en el marco de Europa Global, con una dotación de 200.000 millones de euros. Aquí, Von der Leyen propone crear un fondo de 100.000 millones de euros dedicado exclusivamente a apoyar la recuperación y reconstrucción de Ucrania.
La idea sigue los pasos de la Facilidad Ucrania de 50.000 millones de euros que los líderes aprobaron a principios de 2024 para hacer la ayuda más fiable y predecible. Al crear el mecanismo, Bruselas protegió los desembolsos de ayuda frente a enfrentamientos internos y vetos individuales.
Von der Leyen quiere replicar y ampliar el modelo en el próximo presupuesto para garantizar que Ucrania, cuyo proceso de adhesión está sometido al veto de Hungría, pueda contar con la ayuda del bloque cuando Estados Unidos dé un paso atrás.
Paralelamente a los tres pilares, el proyecto incluye 292.000 millones de euros para otros gastos, entre ellos la devolución de la deuda de la era COVID, estimada entre 25.000 y 30.000 millones de euros anuales, un factor importante que no existía en el presupuesto anterior.
La Comisión ha afirmado anteriormente que las subvenciones del fondo de recuperación deberían reembolsarse íntegramente mediante los denominados recursos propios, como el Régimen de Comercio de Derechos de Emisión (RCDE), los derechos de aduana y los nuevos impuestos propuestos, con lo que se recaudarían 58.200 millones de euros al año. Los recursos propios, sin embargo, se enfrentan a una arraigada resistencia de los Estados miembros y son notoriamente difíciles de aprobar.