Como cada 11 de julio, Srebrenica llora, no con una ceremonia ruidosa, sino con una insistente tranquilidad en la memoria. Este día marca un año más desde la masacre de 1995, en la que más de 8.000 hombres y niños bosnios fueron asesinados después de que las fuerzas serbobosnias invadieran lo que se había declarado una zona segura.
La masacre, el único genocidio reconocido en Europa por la ONU desde la Segunda Guerra Mundial, tuvo lugar en una zona que irónicamente estaba protegida por las Naciones Unidas. Muchas víctimas fueron enterradas en fosas comunes, y sus restos han sido identificados y reenterrados a lo largo de los años en el Memorial de Potočari.
Este jueves se inauguró una nueva exposición, 'Vidas Detrás de los Campos de la Muerte', que busca contar las historias personales de las víctimas a través de objetos recuperados de las fosas comunes, manteniendo viva la memoria de este trágico evento.