Los homenajes, organizados por familiares en duelo en lugar del gobierno, reflejaron las crecientes divisiones dentro de la sociedad israelí sobre el liderazgo del presidente del Gobierno, Benjamin Netanyahu, y su manejo de la guerra.
En Gaza, la ofensiva israelí continuaba devastando el enclave, con decenas de miles de muertos y la mayor parte de la población desplazada en medio de una destrucción generalizada y hambruna. Muchos residentes de la Ciudad de Gaza huían de una renovada invasión israelí, mientras que otros no podían salir debido a los altos costos y las carreteras dañadas.
Esta semana se reanudaron en Sharm el-Sheikh, Egipto, las conversaciones indirectas entre Israel y Hamás, centradas en una propuesta de paz respaldada por Estados Unidos que incluye un posible alto el fuego y la liberación de los 48 rehenes restantes en manos del grupo militante.
La guerra comenzó cuando militantes liderados por Hamás lanzaron un ataque sorpresa en el sur de Israel, matando a unas 1.200 personas y secuestrando a 251. La campaña de represalia de Israel ha matado desde entonces a más de 67.000 palestinos, según el Ministerio de Salud de Gaza, que dice que mujeres y niños constituyen aproximadamente la mitad de los muertos.
Grupos de derechos humanos han acusado a Israel de genocidio, acusaciones que niega, afirmando que sus operaciones militares tienen como objetivo a Hamás y se llevan a cabo en defensa propia. El conflicto ha dejado Gaza en ruinas y ha profundizado la ira y el dolor en ambos bandos, con la paz aún pareciendo inalcanzable dos años después.