La guerra en Siria ha estallado de nuevo repentinamente, tras permanecer sin resolver desde 2011. Mientras las facciones reavivan las líneas de batalla en una disputa que ve el apoyo indirecto de muchos actores regionales, 'Euronews' le guía a través del contexto y los principales actores.
Mientras el alto el fuego entre Israel y Hezbolá en Líbano apenas se mantiene, una nueva e inesperada ofensiva rebelde sacude Siria desde la semana pasada, todo ello tras casi cinco años de relativa tregua. El Ejército Sirio (ES) del presidente Bashar al-Assad ha ido perdiendo terreno frente a las milicias de Turquía. El precario equilibrio del fragmentado país podría reavivar un conflicto generalizado entre facciones, milicias y sus patrocinadores de potencias extranjeras que compiten en la región.
¿Cuáles son los orígenes del interminable conflicto sirio y quiénes son sus principales actores?
Los principales beligerantes del conflicto
La columna vertebral militar de la insurgencia de estos días es el grupo fundamentalista islamista suní Tahrir al-Sham (también conocido como Comité de Liberación del Levante o HTS), anteriormente vinculado a Jabhat Al-Nusra, la rama de Al-Qaeda que operó en el conflicto sirio desde 2011 hasta los tres últimos altos el fuego principales negociados entre 2017 y 2020 por Estados Unidos, Rusia, Turquía, Jordania e Irán.
Los rebeldes del HTS cuentan con el apoyo parcial de Turquía, mientras que el Gobierno de Al-Assad recibe ayuda de Rusia e Irán. El Estado sirio comenzó a desmoronarse durante la Primavera Árabe de 2011. Una feroz guerra civil asoló el país de Oriente Próximo, provocando más de 300.000 muertos, alrededor del 1,5% de la población anterior a 2011.
Desde el inicio del sangriento conflicto, entre los principales beligerantes se encontraba el Gobierno de Damasco de Al-Assad, un sistema autocrático ideológicamente enraizado en el nacionalismo árabe de inspiración socialista del Partido Baaz. Siria y su sociedad multiétnica y multiconfesional se han mantenido unidas desde 1970, cuando Hafez el-Assad, entonces oficial de alto rango del ejército y padre de Bashar al-Assad, se hizo con el poder mediante un golpe militar.
Sin embargo, la dinastía Al-Assad gobernó con mano de hierro. La receta para la estabilidad de la familia gobernante y sus círculos íntimos era el control estricto de las fuerzas de seguridad del país y una fuerte asociación con la Unión Soviética y, más tarde, con Rusia.
La Primavera Árabe de 2011 y la guerra interminable
Las primeras protestas callejeras de 2011 se convirtieron rápidamente en una violenta guerra civil y en un enfrentamiento por poderes entre potencias extranjeras en la pura tradición de la Cuestión del Este. La oposición democrática fue rápidamente desafiada por los grupos islamistas apoyados por Turquía, Arabia Saudí y Catar, mientras que Irán, Rusia y el Hezbolá libanés acudieron al rescate del régimen de Al-Assad.
Estados Unidos, Francia e Israel no tardaron en implicarse en el conflicto. Ankara aprovechó la oportunidad de las grietas en el régimen de Al-Assad para proyectar su influencia política en la región e intervenir directamente contra los kurdos del YPG, grupo rebelde que sirve de componente principal de las Fuerzas Democráticas Sirias, que tenían sus santuarios en el norte de Siria.
En 2013, la guerra se convirtió en una pesadilla para el Ejército de la República Árabe Siria. El otrora poderoso ejército de Al Assad perdió terreno ante el avance del llamado Estado Islámico (EI), el despiadado grupo armado extremista que se hizo con el control de importantes partes de los territorios sirio e iraquí. El llamado IS impuso una interpretación estricta y violenta de las creencias religiosas y conquistó amplias franjas del territorio, amenazando la existencia misma del Estado sirio.
Rusia e Irán, preocupados por la posibilidad de perder a su socio crucial en una zona tan estratégica, intervinieron directamente en el conflicto para salvar al Gobierno de Al-Assad y a sus propios puestos militares. Rusia tiene dos importantes bases en el Mediterráneo oriental en la costa siria: un muelle naval en Tartus y un aeropuerto militar en Kheimim.
Irán necesita el territorio sirio para mantener su conexión y un flujo libre de armas y otros bienes ilícitos con Hezbolá en Líbano. En 2015, las acciones combinadas de la Fuerza Aérea rusa y de empresas militares privadas rusas, como Wagner, con unidades especiales de la Guardia Revolucionaria iraní y de Hezbolá, recuperaron gran parte del territorio a costa de las milicias islamistas y del IS.
Alepo, que estaba bajo control de Jabhat Al Nusra y del Ejército Libre Sirio, fue reconquistada en 2016 tras cuatro años de batallas y asedios por las fuerzas del régimen de Damasco con la ayuda de armas y asesores rusos. Según los analistas militares, los rusos aplicaron las mismas tácticas operativas para tomar Mariupol en la invasión a gran escala de Ucrania en 2022. Estados Unidos entró en la guerra siria en 2014 con el objetivo oficial de acabar con el IS y proteger a los kurdos y a las fuerzas democráticas.
Un precario equilibrio de poderes: quién controla qué
Cuando las facciones alcanzaron tres grandes acuerdos de alto el fuego entre 2017 y 2020 que supusieron un precario cese de las hostilidades, las fuerzas de Al Assad ya habían retomado el control de casi el 80% del territorio. Desde entonces, otras porciones de los territorios sirios han estado en manos del Gobierno Sirio de Salvación, con sede en Idlib, y de la Administración Autónoma del Norte y Este de Siria, compuesta por zonas kurdas occidentales y otras provincias sirias.
Esta entidad es una federación democrática rica en petróleo apoyada por Occidente y refugio de algunos de los grupos militantes kurdos que lucharon contra el llamado IS, las fuerzas especiales turcas y sus apoderados. Otras zonas menores de Siria siguen bajo el control del EI.
La zona de ocupación turca se extiende por amplias zonas del norte de Siria a lo largo de las fronteras turcas. Ankara comparte la administración de estas regiones con el Gobierno Provisional Sirio (GIS), una miríada de diferentes grupos de la oposición siria y facciones políticas religiosas y no fundamentalistas. Estados Unidos tiene una base militar en Al-Tanf. Está situada en la estratégica frontera con Irak y no lejos de Jordania. Desde esta base, el ejército estadounidense llevó a cabo ataques contra objetivos iraníes en la región.
El Ejército estadounidense comparte este territorio con el llamado Ejército Sirio Libre (ESL), un grupo armado de gran carpa cuya columna vertebral es el Frente para la Autenticidad y el Desarrollo, que reúne a islamistas y desertores del Ejército Nacional Sirio, entre otros.