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Un estudio demuestra que el calor extremo merma la producción de leche animal

Las vacas lecheras producen menos leche en condiciones de calor y humedad, según un nuevo estudio.
Las vacas lecheras producen menos leche en condiciones de calor y humedad, según un nuevo estudio. Derechos de autor  Jan Huber / Unsplash
Derechos de autor Jan Huber / Unsplash
Por Craig Saueurs
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26 grados bajo humedad ambiental son suficientes para reducir la producción láctea de las vacas, que bajo estrés térmico pueden arrastrar esta disminución durante más de una semana.

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Un solo día de calor extremo puede reducir la producción de leche en un 10%. Y no sólo eso: los efectos del estrés térmico en las vacas lecheras pueden prolongarse durante más de una semana. Los datos se han obtenido tras una evaluación exhaustiva de los efectos del aumento de las temperaturas sobre el ganado, publicada esta semana en la revista científica 'Science Advances'.

Los investigadores se centraron en Israel, considerado uno de los países productores de leche más innovadores del mundo por su elevada producción de leche por vaca y el uso de tecnologías avanzadas. Incluso allí, la adopción generalizada de sistemas de ventilación y refrigeración solo mitigó la mitad de las pérdidas, y menos en los días más calurosos. "Incluso las granjas más tecnificadas y con más recursos están desplegando estrategias de adaptación que pueden ser insuficientes frente al cambio climático", afirma en un comunicado Eyal Frank, coautor del estudio.

¿Qué les ocurre a las vacas cuando hace mucho calor?

El equipo de investigación realizó un seguimiento de más de 130.000 vacas durante 12 años, utilizando registros meteorológicos detallados y encuestas en las granjas. El umbral del estrés por calor quedó claro rápidamente. Cuando la temperatura húmeda -aquella monitorizada con un termómetro envuelto en un paño húmedo- supera los 26 °C, la producción de leche empieza a caer en picado.

Estas temperaturas reflejan la humedad presente en días especialmente calurosos. Las vacas expuestas a estas condiciones húmedas -un efecto que los investigadores comparan con un "baño de vapor"- pueden necesitar más de 10 días para recuperarse totalmente.

Aunque casi todas las granjas del estudio habían invertido en algún tipo de refrigeración, los sistemas solo resultaron parcialmente eficaces. A una temperatura húmeda de 20 °C, la refrigeración reducía las pérdidas a la mitad. A 24 °C, esa cifra descendía al 40%. Aun así, el equipo de refrigeración resultó rentable. Por término medio, los agricultores sólo tardaron 18 meses en amortizar los costes de instalación de los equipos.

Pérdidas globales e impactos desiguales

Utilizando los datos israelíes como referencia, los investigadores elaboraron un modelo de las pérdidas futuras en los 10 principales países productores de leche del mundo. Sin refrigeración, la producción media diaria de leche podría disminuir un 4% a mediados del siglo XXI. Pero en India, Pakistán y Brasil se prevén descensos más acusados, de hasta el 4% por vaca y día. Incluso con refrigeración, estos países podrían perder entre un 1,5% y un 2,7% de su producción lechera.

Para los ganaderos de rentas bajas y los productores de climas cálidos, los costes de adaptación pueden resultar inasequibles. "La adaptación es costosa y los agricultores deben sopesar cuidadosamente los beneficios que obtienen frente a los costes. Por eso vemos algunas inversiones en medidas de refrigeración pero no un aislamiento completo de las vacas de su entorno, que sería demasiado costoso de aplicar", afirma Ayal Kimhi, profesor asociado de la Universidad Hebrea de Jerusalén.

Y la leche en sí no es la única preocupación. El estrés por calor afecta al bienestar y el comportamiento de los animales de varias maneras, desde los patrones de fertilidad hasta su capacidad para sobrevivir.

Agricultores y ganaderos, en primera línea frente a la emergencia climática

El clima extremo ya no es una amenaza lejana para el sector primario. En todo el mundo, los productores ya están luchando contra inundaciones más frecuentes, olas de calor y lluvias impredecibles. Los trastornos relacionados con el clima también han puesto en peligro algunos de los cultivos favoritos de los europeos como el cacao, el café y el trigo. Incluso los plátanos, un alimento básico en la cocina mundial, están bajo presión ya que las inundaciones, el calor y los suelos degradados reducen las regiones de cultivo adecuadas.

La leche puede ser la siguiente. Según los autores del estudio, aunque las vacas son especialmente vulnerables al calor, la mayoría de los países no se preparan adecuadamente para las pérdidas de ganado ni apoyan a los ganaderos más expuestos. Los expertos afirman que la mejora de la producción lechera en el futuro dependerá no solo de la mejora de los sistemas de refrigeración, sino de reformas más amplias, desde la mejora del bienestar animal hasta el apoyo a políticas que ayuden a los ganaderos de regiones cálidas y de bajos ingresos a adaptarse.

Claire Palandri, autora principal del estudio, afirma: "Los responsables políticos deberían estudiar más estrategias no sólo para enfriar a las vacas, sino también para reducir los factores de estrés como el confinamiento y la separación de los terneros. Estos hacen que las vacas sean más sensibles al calor y menos resistentes". Si no se actúa con rapidez, los efectos del cambio climático no solo modificarán lo que cultivan los agricultores: también podrían alterar lo que comemos y bebemos.

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