A diferencia de las procesiones de Semana Santa anteriores en Antigua, que suelen ser encabezadas por hombres llevando pesados pasos, esta tradición vio a mujeres portar la sagrada estatua del siglo XVIII por las históricas calles de la ciudad.
Vestidas con capas negras en lugar de las tradicionales púrpuras, llevaron la venerada imagen desde la Iglesia de La Merced. La procesión es vista como una bendición por muchos, ofreciendo una manera de compartir el dolor de María y reflexionar sobre temas de tristeza y devoción durante la Semana Santa.