La Agencia Nacional del Petróleo organizó la subasta en un hotel de lujo en Brasil, vendiendo 19 bloques 'offshore' en la región a grandes empresas como Chevron, ExxonMobil, Petrobras y la CNPC de China.
En total, se ofrecieron 172 bloques, muchos de los cuales se encuentran en áreas vírgenes cerca de tierras indígenas y biomas vitales. Los manifestantes condenaron los riesgos ambientales y de derechos humanos de la subasta, con líderes citando amenazas a las comunidades tradicionales.
El Gobierno insiste en que la medida está alineada con una transición energética baja en carbono, a pesar de que el petróleo es ahora la principal exportación de Brasil, superando a la soja.