Se llevaron a cabo eventos conmemorativos en todo el país, siendo la ceremonia principal organizada por las familias en duelo en lugar del Gobierno, reflejando la creciente frustración pública con la gestión del conflicto por parte del presidente del Gobierno, Benjamin Netanyahu.
En Reim, los visitantes depositaron flores y encendieron velas en un memorial en el sitio del festival de música Nova, donde cientos fueron asesinados en uno de los ataques más mortales de ese día. El asalto por militantes liderados por Hamás dejó alrededor de 1.200 muertos, en su mayoría civiles, y 251 personas fueron tomadas como rehenes. Muchos de los secuestrados han sido liberados a través de negociaciones, aunque 48 permanecen en Gaza, incluyendo alrededor de 20 que se cree están vivos.
Hamás ha dicho que liberará a los rehenes restantes solo si Israel acepta un alto el fuego permanente y retira sus tropas de Gaza. Netanyahu ha rechazado esos términos, prometiendo continuar las operaciones militares hasta que todos los cautivos sean devueltos y Hamás sea desmantelado. La guerra, que ahora entra en su tercer año, ha dejado a Gaza en ruinas y ha profundizado las divisiones políticas dentro de Israel.