Cada diciembre, las calles de Caucagua, en el norte de Venezuela, se llenan de color y risas con los Bandos y Parrandas de los Santos Inocentes.
La tradición se remonta a hace más de dos siglos. Lo que fue en su origen un día excepcional de libertad para las personas esclavizadas se convirtió en un acto de resistencia, revestido de humor.
Hoy, los vecinos mantienen vivo ese espíritu vistiéndose de hacendados, y compartiendo adivinanzas y parodias que se burlan del poder con ingenio, no con ira.
Familias y visitantes se suman, atraídos por la alegría de recordar que la creatividad puede perdurar frente a la opresión.