Coronavirus: ¿El grial de la inmunidad colectiva, más cerca de lo esperado?

Deportistas y paseantes en el parque del Retiro de Madrid
Deportistas y paseantes en el parque del Retiro de Madrid Derechos de autor GABRIEL BOUYS/AFP or licensors
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Por Rafael Cereceda
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Ahora que la epidemia parece controlada ¿Cuándo podremos respirar tranquilos? En medio de todas las incertidumbres, algunos indicios apuntan a que la inmunidad colectiva podría ser mayor de lo que indican las cifras de serología, gracias a infecciones de catarro común.

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Mientras medio mundo se despereza del letargo del confinamiento entre alegre, aliviado y cauto, los expertos siguen analizando la ingente masa de datos científicos que ha generado la pandemia de COVID-19. Algunos con más o menos éxito, como el polémico estudio sobre la hidroxicloroquina de The Lancet, caído en desgracia.

Como viene ocurriendo desde el inicio de la crisis, hay más incógnitas que respuestas sobre el nuevo virus y la enfermedad que provoca.

Sin embargo una de las hipótesis que manejan investigadores, inmunólogos y médicos en primera línea podría ser -por fin- una verdadera buena noticia: que la inmunidad colectiva sea mayor de lo que se pensaba gracias a infecciones previas con otros coronavirus benignos, causantes de resfriados comunes.

Si se confirma, seríamos menos dependientes de la obtención de una vacuna o de someterse a tratamientos de resultado incierto.

Aunque no se podrá saber hasta que lleguen las próximas oleadas de contagios. Si llegan.

¿El catarro común, aliado en la lucha contra el COVID-19?

Un estudio preliminar publicado en la revista Cell estima que esta inmunidad cruzada (que no se debe al contagio por SARS-CoV-2 sino por la acción de virus menos patógenos de la misma familia) podría ser incluso de entre el 40% y el 60% de la población.

Para algunos científicos esto explicaría la rápida remisión de la pandemia una vez terminado el confinamiento. “La pandemia en Europa está prácticamente controlada” nos explica en una entrevista telefónica Benito Almirante, jefe de enfermedades infecciosas del hospital Vall d’Hebron, que advierte que la inmunidad cruzada se trata de una hipótesis de trabajo entre otras muchas.

Diferente de la inmunidad “clásica” que detectan los tests serológicos, la inmunidad “cruzada” es mucho más difícil de comprobar con exámenes clínicos.

Pero podría ser una ayuda inestimable para alcanzar la tan ansiada inmunidad colectiva. Los últimos exámenes de seroprevalencia en España muestran que sólo entre el 5% y el 10% de la población ha contraído la enfermedad, muy lejos del 60% o 70% necesario para que el virus deje de encontrar terreno fértil para la transmisión.

En Suecia, uno de los pocos países que no ha confinado a su población, la seroprevalencia en Estocolmo, la región más afectada era del 7%. Recientemente han admitido que quizás debieron haber buscado un compromiso intermedio entre su política "abierta" y el confinamiento estricto de los países europeos.

Sin embargo de confirmarse la presencia de esta inmunidad cruzada -que podría alcanzar el 40% o 60% según las predicciones más optimistas- el camino a la inmunidad colectiva sería mucho más corto.

“No existe evidencia directa de esa protección”, refrenda Marcos López Hoyos, presidente de la Sociedad Española de Inmunología, “pero es plausible puesto que la reacción cruzada entre los coronavirus estacionales, que se parecen en un cierto grado al SARS Cov-2, haría que esas células inducidas por los catarros normales nos defendieran frente a la Covid-19”.

Desde el Centro Nacional de Epidemiologia del Instituto de Salud Carlos III nos confirman que es un factor importante que están considerando a la hora de evaluar la inmunidad colectiva.

Esperando la segunda ola

Aparte del Reino Unido, la situación actual indica que en Europa el virus está dando una tregua. Los próximos seis meses serán cruciales para comprobar el plazo de la inmunidad adquirida tras la infección y lo más importante: si se trata de un virus estacional que volverá a causar estragos el próximo invierno.

“Mi opinión es que el virus se está comportando como un virus estacional, como una gripe”, dice Benito Almirante. “El confinamiento lo que ha hecho es reducir de forma muy importante el número de casos en el punto máximo de la epidemia. Ahora, las precauciones excesivas en el desconfinamiento quizás no tengan tanto sentido ni tengan mucho impacto en aumento de casos”.

Comenta que la clave estará en observar cómo se comporta el virus el próximo invierno a la vez que se vigila que no se produzcan brotes importantes. Un análisis matemático publicado hoy advierte que Francia podría sufrir un rebrote importante si no se toman en serio las medidas de higiene y distancia social.

Marina Pollán, directora del Centro Nacional de Epidemiologia del Instituto Carlos III recuerda que en hay mucha incertidumbre, como en tantos otros aspectos de la enfermedad.

“A mi modo de ver no disponemos de información suficiente para predecir si tendremos o no una segunda ola. Se trata de una enfermedad nueva y otras epidemias por virus similares se han comportado de forma diferente: El SARS por ejemplo desapareció mientras que hay otros virus como el MERS que han presentado repuntes periódicos, como nos recuerdan los expertos, así que no creo que nadie esté en condiciones de saber qué va a pasar.

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Almirante apunta que sería raro que el SARS-CoV-2 desaparezca sin más debido al alto número de contagios por todo el planeta que ha conseguido.

Desde la Sociedad Española de Inmunología López Hoyos estima que el próximo otoño puede producirse un escenario muy complejo con una mezcla de “resfriados comunes, la gripe y los rinovirus, junto con la sospecha de Covid-19. Esta situación puede complicar el manejo de los pacientes con cuadros muy semejantes".

¿El confinamiento fue exagerado?

Si se confirma la inmunidad cruzada podríamos tener la tentación de pensar que el confinamiento mundial fue exagerado. Sin embargo los expertos coinciden en que fue útil para evitar el colapso sanitario. López Hoyos va más allá y considera que, sumado al distanciamiento y las medidas de higiene “han sido y son medidas imprescindibles en el control de la pandemia”. Es más, siguen apostando por ello “junto a las medidas de detección y rastreo epidemiológico” porque, recuerda “aún no se ha demostrado ningún tratamiento específico y efectivo frente al SARS-CoV-2 y debemos esperar aún mucho para la vacuna.”

Benito Almirante añade que “Los países que no hicieron confinamiento al principio, liderados por el Reino Unido o Estados Unidos están teniendo peores resultados”. Para Almirante el coronavirus es el virus de la pobreza. "Son las zonas más hacinadas del planeta con mayor nivel de pobreza son las que pueden tener tasas de ataque más importantes, se está viendo en Brasil, se está viendo en otros países sudamericanos además de Brasil, o en Sudáfrica". En el Reino Unido y Estados Unidos se ha debatido mucho la alta incidencia de la enfermedad entre las poblaciones de migrantes y los más desfavorecidos.

¿La vacuna podría no ser tan necesaria?

¿En cuanto a la vacuna, podría ser menos necesaria de confirmarse estos índices altos de inmunidad? Lopez de Hoyos reconoce que podría ser, si se confirma que es un virus estacional con poca virulencia. “Lo mismo ocurrió con el SARS y MERS. Estas epidemias se controlaron y se perdió el interés inicial en el desarrollo de vacunas".

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En este caso cree que es importante que no se deje a un lado. “Si la COVID-19 sigue siendo virulenta, será necesario contar con ella para proteger a la población. Si el virus evoluciona a formas estacionales menos agresivas, el conocimiento en el desarrollo de la vacuna nos ayudará a estar más preparados a posibles infecciones que puedan producirse en el futuro por coronavirus u otros virus”.

¿Cuándo podremos respirar tranquilos?

Por el momento hay una situación controlada. En Francia han anunciado hoy oficialmente que la pandemia está bajo control. España en este momento registra menos casos que los países vecinos.

Las nuevas infecciones se detectan fácilmente y se puede hacer un seguimiento de los contactos del paciente, al contrario de lo que ocurrió durante la “explosión” de casos de marzo y abril.

Aunque la inmunidad cruzada arroja algo de esperanza y la rápida remisión del virus está dando un respiro en la mayor parte de países, con excepción del Reino Unido, Estados Unidos y países de América del Sur como Perú, López de Hoyos insiste en que la luz al final del túnel sólo será visible cuando se desarrolle un tratamiento eficaz y una vacuna. “Aún mejor, si a ello se suma que el virus se convierta en estacional y pierda virulencia por mutaciones dado que es un virus RNA” comenta.

Según los expertos consultados el grado de protección de la inmunidad cruzada o celular y el de la inmunidad humoral, provocada por el nuevo virus) sólo comenzará a poder estimarse dentro de unos seis meses, cuando comienza la próxima temporada.

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