La manifestación masiva, una de las más grandes en los últimos años, paralizó el tráfico en la capital y coincidió con huelgas nacionales que cancelaron la mayoría de los vuelos desde el Aeropuerto de Bruselas.
La protesta, organizada por los tres principales sindicatos de Bélgica, reunió entre 80.000 y 150.000 personas según estimaciones. Los manifestantes golpearon tambores, lanzaron bombas de humo y portaron pancartas condenando los recortes previstos en pensiones, prestaciones por desempleo y atención sanitaria. Se produjeron enfrentamientos cuando la policía antidisturbios chocó con los manifestantes, deteniendo a varias personas e intentando despejar las calles del centro.
La agitación refleja el creciente descontento público por los planes fiscales del Gobierno, destinados a abordar la elevada deuda nacional de Bélgica, que ahora supera el 100% del PIB. De Wever, quien llegó al poder en febrero al frente del llamado "Gobierno de Arizona", ha prometido reducir el gasto en lugar de aumentar los impuestos a los ricos.
La protesta del martes destacó la oposición generalizada a las medidas, particularmente el aumento propuesto en la edad de jubilación y las reducciones en los programas de apoyo social.