Guiados por seis bueyes, un grupo de toros recorrió los 846 metros del emblemático recorrido de Pamplona, mientras hasta 4.000 corredores, ataviados de blanco con fajas rojas, intentaban la peligrosa carrera.
Los corredores más expertos buscaron el riesgo extremo, corriendo a pocos centímetros de los cuernos de los toros y agitando periódicos enrollados para incitarlos a avanzar. Algunos participantes resultaron heridos durante el encierro.
Tradición y controversia
Cada carrera culmina en la plaza de toros, donde los animales son sacrificados horas después durante las corridas de la tarde. Este evento atrae la atención mundial, pero también suscita críticas crecientes por parte de grupos animalistas.
Antes del festival, activistas por los derechos de los animales organizaron una protesta, utilizando cuernos y sangre falsa, para pedir el fin de las corridas de toros, a las que describen como "anticuadas y crueles".